Las naves son en realidad barcos gigantes, y no naves espaciales como pareció en toda la película. Cuando los barcos están a punto de zarpar, el científico al mando en la nave se da cuenta de que están a punto de dejar a miles de humanos atrás para morir, y da un discurso, explicando que si dejan a todas esas personas, no están salvando a la humanidad, la están destruyendo, ya que volverían a crear el mundo con un acto horriblemente cruel.

El líder estadounidense se niega a dejar que la gente suba a bordo. El resto de barcos, gobernados por otros países, acuerdan parar la navegación y abren sus puertas a las miles de personas que no pagaron los billetes de los barcos. El líder estadounidense sigue y permite subir a los pasajeros que no pagan.

Todos se apresuran a subir, pero hay un problema. Algo está atascado en los motores de la embarcación estadounidense, lo que impide que la puerta se cierre completamente y, debido a un diseño deficiente, no pueden arrancar los motores a menos que la puerta esté sellada, aunque los motores estén bien.

Jackson regresa a la sala de turbinas, pero está completamente inundada. Se le dice que es una misión suicida, pero sigue adelante. Abre la puerta y la sella, momentos antes de que el barco estadounidense se estrelle contra el Monte Everest. Jackson logra sobrevivir y todos viven felices a bordo de los barcos.

27 días después, hacen un descubrimiento. Todas las montañas más altas del mundo anterior ya no son las más altas y, de hecho, una en África lo es ahora. Debido a la forma en que cambiaron las placas tectónicas, África se levantó varios miles de pies en el aire y nunca se inundó.

Todos los barcos zarpan hacia África, con la esperanza de que este lugar sea capaz de mantener la vida humana.