Final de 388 Arletta Avenue explicado
James y Amy (Nick Stahl y Mia Kirshner) empiezan a tener cosas raras en su casa, como CDs inusuales que aparecen en el coche, y otras pequeñas cosas que pueden pasar como olvidos, bromas, etc. Eventualmente Amy desaparece y nadie le cree a James que algo gracioso está pasando. Incluso la hermana de Amy piensa que él es responsable de su desaparición, la policía cree que ella se ha ido porque dejó una nota y aún así hay una continua rareza. Más música, un gato “falso”, partes de gato muerto, y finalmente un video de Amy atada.
James está seguro de que un chico al que acosó en el instituto es el responsable y primero intenta hacerse amigo de él y finalmente, en un arranque de furia, lo mata intentando encontrar a Amy y entierra el cuerpo. Finalmente se acerca cuando se da cuenta de que el culpable está en su casa y casi lo atrapa, pero consigue su coche/licencia. Se pone en contacto con el malo y le dice que traiga a mi esposa a casa o iré a la policía. Al día siguiente en el trabajo hay un video repentino de su esposa durmiendo en la cama, sale del trabajo y corre a buscarla. No la encuentra en casa (mientras tanto, simultáneamente, la hermana lleva a la policía segura de que su BIL tiene a Amy cautiva o algo así). Después de encontrar a Amy muerta en el garaje, toma un arma y sube las escaleras y el culpable revela que puede verlo y tiene una cámara en el dormitorio (y en otro lugar). Mientras esto sucede, la hermana, el marido y el policía corren por el piso principal gritando por Amy.
James baja corriendo las escaleras (aparentemente aún ajeno al policía) decidido a atrapar al tipo que obviamente está cerca. Cuando la hermana encuentra a la mujer muerta y empieza a gritar, los policías le gritan que baje el arma y James empieza con la explicación habitual de “pero está ahí fuera” y el policía le dispara.
A esto le sigue que el mirón apaga todas las cámaras de la casa y graba todo en un CD y lo pone en un estante con un montón de otras direcciones al azar. Luego lo muestran sentado en un nuevo vecindario observando una casa con una familia, evidentemente preparándose para convertirlos en su próxima víctima.