Carmen (Verdú) está casada con Carlos (De la Torre), un obrero de la construcción maleducado y emocionalmente abusivo que apenas presta atención a su mujer y a su hija adolescente. Una noche, durante una boda, Carlos pretende ofrecerse para el acto del primo de Carmen, el guardia de seguridad del supermercado e hipnotizador aficionado Pepe (Mota), pero en lugar de eso se cuela en la actuación de Pepe como su idea de una broma. Sin embargo, acaba inesperadamente afectado por la hipnosis, hasta el punto de retener a Pepe con un cuchillo durante un momento mientras todos creen que sigue bromeando. A partir del día siguiente, Carlos comienza a tener lapsos de tiempo en los que muestra una personalidad muy diferente, comportándose en cambio como un hombre cariñoso, carismático e inteligente. Sorprendida, pero poco a poco encantada, Carmen acoge este cambio, pero empieza a sospechar que hay algo siniestro detrás cuando la segunda personalidad de Carlos sufre breves pero peligrosos episodios de psicosis.

Reclama la ayuda de Pepe y de su profesor de hipnotismo, el odontólogo Dr. Fumetti (Pou), y juntos descubren la verdad: Carlos tenía habilidades de médium durmiente, y el acto de hipnosis fallido hizo que el alma de un hombre muerto forjara un vínculo espiritual con él, poseyéndolo en ocasiones. Tras investigar más a fondo, Carmen y Pepe acaban descubriendo la identidad del muerto, un prodigio del baile llamado Alberto "Tito" Cantero (Gutiérrez) que sufría esquizofrenia y asesinó a su propia madre antes de suicidarse en 1983. Esto se demuestra además en un club, en el que Carlos baila espectacularmente con Carmen la canción "Abracadabra" de Steve Miller Band. Carmen, Pepe y el Dr. Fumetti realizan una sesión de espiritismo a través del cuerpo de un anciano moribundo para intentar convencer a Tito de que deje en paz a Carlos, pero el espíritu se niega alegando estar enamorado de Carmen. Ésta aleja impulsivamente al Dr. Fumetti cuando intenta destruir al espíritu matando al anciano, lo que habría matado también a Carlos.

El tiempo pasa, y Carmen se queda con el conflicto de qué hacer, mientras que el poseído por Tito, Carlos, se vuelve cada vez más desquiciado debido a sus constantes visiones psicóticas de chimpancés que lo atormentan. En su nuevo trabajo como mayordomo, Tito sufre una crisis nerviosa, y sólo la llegada de Carmen y Pepe le impide posiblemente asesinar a toda una boda con un cuchillo. Para resolver la situación de una vez por todas, Pepe se hace pasar por un animador y realiza un acto de hipnotismo para los invitados, que utiliza para enviar tanto a Tito como a Carmen a las profundidades de la mente de Carlos. Allí encuentra las representaciones mentales de ambos hombres, cada uno de los cuales le suplica que les permita apoderarse del cuerpo, con la promesa de Carlos de compensar su fracaso como marido y padre. Ella se enfrenta a una difícil decisión, pero a pesar de que parece aceptar a Tito antes que a Carlos, apuñala a Tito con la representación mental del cuchillo, enviando su alma al más allá para siempre. Tras despertar, se marcha en silencio del restaurante, dando a entender que ha decidido abandonar a Carlos y buscar una vida mejor.