La intensa adicción que Zoe (Sharon Leal) desarrolla al sexo adúltero que se encuentra teniendo tanto con Quinton (William Levy) como con Corey (Tyson Beckford) tiene un efecto vergonzoso en su trabajo y en su vida personal; se encuentra perdiendo compromisos cruciales en la empresa, saltándose las actividades de sus hijos, ausentándose cada vez que puede y mintiendo a todo el mundo -sobre todo, usando a sus hijos como excusa-, para poder ligar. Al mismo tiempo, como se muestra de forma recurrente a lo largo de la película, ha estado visitando en secreto a un terapeuta, el Dr. Spencer (Tasha Smith), que sigue intentando obligarla a hablar de su pasado como una forma de curarse a sí misma; sin embargo, Zoe siempre rechaza severamente estos intentos.

Las cosas se complican cuando un día ve a Corey -a quien trata de ignorar, en un intento inútil de detener su comportamiento arriesgado- entregando un paquete en su casa; al darse cuenta de que se trata de un par de calzoncillos, decide poner fin a todo y convoca a sus dos amantes en casa de Quinton, para que se sinceren. Corey la despide con rabia; pero Quinton, que se ha obsesionado con ella, deja a Corey inconsciente y se niega a dejarla ir. Intenta perseguirla mientras destruye maniáticamente muchas de sus obras de arte basadas en mujeres; y, cuando parece que la atacará, aparece el marido de Zoe, Jason (Boris Kodjoe) y se sobrepone a Quinton, usando la misma obra de arte que Quinton le había dado después de su encuentro en el que se perdió de vista teniendo una aventura con Quinton. A pesar de sus heridas, tanto Quinton como Corey sobreviven.

Jason le muestra a Zoe que encontró el teléfono secundario como prueba de su infidelidad y la confronta amargamente; ella intenta disculparse, pero él la rechaza. Desesperada, se deja atropellar por un vehículo que pasa. Como resultado de sus acciones, su empresa se derrumba, Jason rompe con ella y se traslada a un hotel y ella se encuentra deprimida y recluida. Finalmente, tras la visita de su mejor amiga y asistente Brina (Emayatzi Corinealdi), Zoe decide volver a encarrilar su vida y se une a un grupo de apoyo terapéutico dirigido por el Dr. Spencer.

Es aquí donde descubrimos que, de niña, fue violada en grupo por tres chicos mientras su muñeca derecha estaba empalada en un alambre de púas -esto explicaba la cicatriz que siempre trataba de ocultar-, lo que explicaba su despierto y retorcido deseo sexual. Al mismo tiempo, se abre a lo que significa su familia para ella. Entonces, llega Jason, perdonándola y se reconcilian.