Hideo, de mediana edad, vive solo con una muñeca sexual hinchable a la que llama Nozomi. La muñeca es su compañera más cercana; la viste, habla con ella durante la cena, la lleva a pasear en silla de ruedas y tiene sexo con ella.

Mientras Hideo está trabajando, Nozomi cobra vida. Se viste con su traje de sirvienta y explora el mundo fuera de su apartamento con asombro. Acepta un trabajo en un videoclub y se involucra sentimentalmente con uno de los empleados, Junichi. Cuando se corta accidentalmente y se desinfla, Junichi repara el desgarro con cinta adhesiva y la vuelve a inflar.

Un día, Hideo visita la tienda; ella le sirve, avergonzada, pero él no la reconoce. Su jefe supone que Hideo es su novio y que está engañando a Junichi, coaccionando a Nozomi para que tenga relaciones sexuales. En su casa, Hideo descubre que Nozomi ya no es una muñeca. Le pide que vuelva a serlo, ya que las relaciones humanas le resultan "molestas". Dolida, ella huye.

Nozomi va a la fábrica donde fue fabricada y se encuentra con su creador. Éste le dice que cree que todas las muñecas tienen corazón, ya que puede saber, por sus caras cuando las devuelven, el tipo de trato que han recibido. Cuando ella le pregunta qué pasa con las muñecas usadas, él le dice que las tira a la basura.

Nozomi le dice a Junichi que hará lo que él quiera por él. Le pide que le saque el aire y la vuelva a inflar como hizo en el videoclub. Después, mientras él duerme, ella intenta devolverle el favor; al no encontrar ningún tapón, le corta con unas tijeras e intenta detener el flujo de sangre con cinta adhesiva. Junichi muere y ella deja su cuerpo en la basura. Desconsolada, retira la cinta adhesiva que sella su propia herida y se deja desinflar, para ser recogida con la basura.