Es el año 1931. España está dividida políticamente entre republicanos y tradicionalistas y al borde de la Segunda República Española.

Fernando, un joven soldado, deserta. Se hace amigo de Manolo (Fernando Fernán Gómez), un hombre con una gran casa en el campo.

Fernando conoce a las cuatro hijas de Manolo y queda encantado con ellas. Al conocer a cada una de las tres primeras, una por una, se enamora y tiene relaciones sexuales con cada una de ellas, decidiendo casarse.

Sin embargo, con cada una de ellas surge una complicación: Clara (Miriam Díaz-Aroca), una viuda que acaba de perder a su marido y que busca consuelo con Fernando; Violeta (Ariadna Gil), una lesbiana que sólo se siente atraída por Fernando cuando se viste de mujer para un baile de disfraces y Rocío (Maribel Verdú), una trepa social que está a punto de casarse con una familia monárquica por la seguridad que le proporcionaría y que sólo sucumbe momentáneamente a los encantos de Fernando.

Con el corazón roto cada vez, el padre de las niñas anima a Fernando a tener paciencia. Cada una de las hijas es hermosa y representa un aspecto diferente de la sexualidad femenina. La más joven de la familia, Luz (Penélope Cruz), representa la ingenuidad.

Mientras Fernando persigue a sus hermanas, Luz se va enfadando y poniendo celosa.

Sin embargo, finalmente Fernando se da cuenta de que Luz es la mejor de las cuatro para casarse.