Después de pensar que Rahil (Yordanos Shifewau) no volvería, Zain (Zain Al Rafeea) toma la triste decisión de entregar a Yonas (Boluwatife Treasure Bankole) al encantador traficante Aspro (Alaa Chouchnieh), a cambio de que le den papeles para convertirse en refugiado en Suecia; sin embargo, Aspro exige alguna prueba de identificación para hacer el proceso. Zain regresa a su casa, donde se enzarza en un agrio enfrentamiento con sus padres, Souad (Kawthar Al Haddad) y Selim (Fadi Kamel Youssef), exigiéndoles "sus papeles", mientras ellos, a su vez, lo repudian, lo echan de casa y le afirman que "no es nada, como ellos, porque nunca podrán conseguir ningún papel". Es entonces cuando se entera de que su querida hermana Sahar (Cedra Izam) "ha ido al hospital y ya no está"; se da cuenta de que ha sido culpa de Assad (Nour El Husseini). Enfurecido, coge un cuchillo de cocina, va tras Assad y lo apuñala (fuera de la pantalla; sólo se ve la conmoción de la gente reunida alrededor).

La mayor parte de la película trata de las consecuencias de este incidente, yendo de un lado a otro entre los acontecimientos anteriores y el encarcelamiento y el juicio de Zain. Se revela que Sahar, efectivamente, se quedó embarazada de Assad -ahora en silla de ruedas por el ataque de Zain- y, al dar a luz, se le negó la atención médica y murió desangrada. Mientras está en prisión, Zain ve a Rahil, que llora desesperada por Yonas. Entonces decide denunciar a Aspro, cuya casa acaba siendo asaltada y él arrestado, lo que lleva a Rahil y Yonas a reunirse.

Souad viene a ver a Zain y le anuncia que está embarazada de nuevo, lo que resulta ser la gota que colma el vaso para él. Denuncia públicamente a sus padres y a todos los demás padres que maltratan y descuidan a sus hijos, lo que se convierte en una gran sensación mediática. Se produce otro juicio, en el que Zain exige que "dejen de tener hijos", porque nunca vivirán una vida diferente a la que él ha tenido.

En la última secuencia, Zain se hace una foto para el carné de identidad que tanto deseaba. Ante su rostro muy serio y amargado, el fotógrafo le pide que sonría, "porque es para su DNI, no para su certificado de defunción". Esto le hace sonreír y la película termina con ese fotograma congelado.