Julie es una mujer que siempre está corriendo. Madre separada de su marido, lucha para criar sola a sus dos hijos, vive en el campo y trabaja en París como primera camarera en un hotel de lujo. Cada día es una carrera contra el reloj: ¿logrará coger su RER a tiempo, llegará a tiempo a la escuela, llegará tarde a su trabajo? Todo se convierte en un suspenso. Su exmarido no le pasa la pensión alimenticia, lo que también le dificulta cuadrar su presupuesto.

Una huelga de transportes y manifestaciones en las calles de la capital son fuentes de dificultades adicionales. A pesar de los autobuses sustitutos, el autostop y el carpooling, llega tarde al trabajo y recibe reproches de su jefa. Por la noche, también llega tarde para recoger a sus hijos de la niñera.

Julie trabaja en el hotel parisino mientras espera encontrar un empleo de ejecutiva acorde con su formación. Convocada a una entrevista de trabajo, debe ausentarse de su trabajo, lo que es fuente de un conflicto adicional con la dirección del hotel.

La entrevista va bien y es invitada a conocer a la jefa de servicio, pero esta vez, ninguna de sus colegas acepta cubrirla. Entonces le pide a una joven empleada, aún en período de prueba, que la cubra tomando su insignia para disimular su ausencia. Pero su superiora se da cuenta, Julie es despedida, así como su joven colega.

La situación de Julie se vuelve crítica. Llama a la empresa donde había tenido las entrevistas, pero solo consigue hablar con una secretaria que le responde secamente que si no ha tenido respuesta, es porque su candidatura no fue seleccionada. Solicita un puesto de cajera en un supermercado cerca de su casa. Mientras lleva a sus hijos por el día al jardín de aclimatación, recibe una llamada en su teléfono móvil: es contratada para el puesto de encargada de estudios de marketing para el que había postulado.