En 1938, Geoffrey Firmin es un alcohólico ex cónsul británico en México, abatido por la ausencia de un año de su esposa Yvonne. Pasa los días bebiendo y esperando cartas de ella que nunca llegan, salvo una notificación de divorcio firmada por su abogado. El Día de los Muertos, deambula por las calles de Quauhnahuac con estupor, observando las mórbidas festividades y colándose en un baile benéfico de la Cruz Roja.

Al día siguiente, Yvonne regresa. Su reencuentro inicial es escueto, Yvonne afirma haberle enviado cartas y expresa su deseo de quedarse con él, incluso después del divorcio. Decide dejar de beber, pero su nueva sobriedad dura poco. Llega su hermanastro Hugh, corresponsal de guerra, y le cuenta a Yvonne que una herida leve por haber cubierto la Guerra Civil Española le ha traído de vuelta a México. Yvonne le habla del alcoholismo de su marido, que ha empeorado, pero quiere que se reconcilien. Cuando Geoffrey sugiere que vayan de excursión a un carnaval local, Hugh intenta marcharse para aliviar la tensión, pero Geoffrey insiste en que se quede.

Mientras caminan hacia el teatro, Yvonne se detiene a admirar el volcán que hay a las afueras del pueblo y Geoffrey sugiere que lo escalen más tarde. Tras encontrarse con su amigo médico, el Dr. Vigil, Geoffrey deja a Yvonne con él en la feria y sale a tomar una copa, confiando en un viejo conocido bebedor. En el viaje en autobús al volcán, Geoffrey presencia la muerte de un indio en un aparente accidente de equitación, y un sinarquista saquea el dinero del cadáver.

Yvonne, Geoffrey y Hugh paran a comer en un café de montaña con vistas a una plaza de toros, donde Hugh recuerda a los colegas caídos que dejó en España. Hugh coge un capote rojo y se dirige a la plaza donde se enfrenta al toro. El público, exultante, levanta a Hugh por los aires. Atrapada por la emoción, Yvonne sugiere a su marido que empiecen de nuevo su relación en una nueva ciudad.

Geoffrey acepta y describe un retiro idílico, viviendo con esquimales. Geoffrey añade con insistencia que cuando Hugh le visite, practicará la costumbre esquimal de compartir a su mujer. Ignorando su mirada de dolor, Geoffrey arremete contra Yvonne y Hugh y se marcha. Hugh teme que Geoffrey no les deje olvidar su aventura aunque haya terminado. Entre lágrimas, Yvonne busca a su marido, pero Geoffrey sube a un autobús antes de que ella pueda encontrarlo.

Geoffrey entra en un burdel escondido en la ladera de una montaña, donde un chulo finge reconocerle y le invita a unas copas. Mientras tanto, entra el dueño de un pájaro que acaba de ganar una pelea de gallos y le entrega a Geoffrey un montón de cartas perdidas de Yvonne. Aturdido, Geoffrey lee las cartas de Yvonne, que revelan que ella está arrepentida de la aventura y quiere una segunda oportunidad. En voz alta, confiesa que no puede perdonarla. El proxeneta envía a una de sus chicas a seducir a Geoffrey y ella lo lleva a una habitación trasera. Yvonne y Hugh llegan al burdel, pero el proxeneta les dice que Geoffrey está con una chica. Angustiada, Yvonne se marcha llorando.

Poco después, Geoffrey sale a trompicones del burdel, pero la lluvia le desanima y regresa. Un grupo de hombres que dicen ser agentes de policía se enfrentan a él, primero le acusan de robo antes de quitarle el dinero y exigirle el pasaporte. El sinarquista de antes (que ha estado siguiendo a Geoffrey) se confiesa con ellos. Se burlan de él con insultos antisemitas y le quitan sus cartas. Geoffrey coge un machete y se enzarza en una pelea, acusando a los hombres de conspirar con el Sinarquista para matar al Indio y quedarse con su dinero, antes de ordenarles borracho que "dejen de acostarse con [su] mujer". Lo matan a tiros.

Yvonne vuelve corriendo al burdel al oír los disparos, pero un caballo asustadizo la derriba y la mata. Los asesinos tiran el cuerpo de Geoffrey por un barranco, mientras Hugh acuna el cuerpo sin vida de Yvonne bajo la lluvia.