El día del concurso de baile coincide con el día de la segunda boda del padre de Amy. Pero para Amy, esto no supone un conflicto de intereses; su decisión ya está tomada: actuará con su compañía.

Con la vestimenta de baile, Amy se escabulle de su casa y se aleja del ojo vigilante de su tía. Espera a que Yasmine se dirija al concurso. Mientras lo hace, Amy la empuja a un lago cercano. Cuando Amy se da cuenta de que Yasmine no sabe nadar, mira con horror, contemplando si su rutina de baile y su popularidad valen la vida de alguien.

Finalmente, Yasmine se las arregla para agarrarse a un salvavidas y aferrarse a su querida vida. Convencida de que Yasmine saldrá con vida, Amy se dirige al concurso de baile. Cuando se dan cuenta de que Yasmine no va a aparecer, el resto de las chicas no tienen más remedio que permitir que Amy actúe con ellas.

A mitad de la actuación, Amy alucina con el sonido de su madre cantándole en su lengua materna. Conmocionada, se queda congelada. Como si fuera golpeada por una epifanía, sale corriendo del escenario y se dirige a su casa. Llega justo cuando su madre está a punto de salir para asistir al segundo matrimonio de su padre. Le ruega a su madre que muestre públicamente su desaprobación y renuncie a la boda. Su madre, amable como siempre, aconseja a Amy que no se sienta obligada a asistir a la boda, pero hace hincapié en que ella misma no tiene otra opción que cumplir con su llamado deber como su primera esposa.

Ella se va para asistir a la boda. Amy se pone ropa casual apropiada para su edad y sale del edificio. Encuentra un grupo de chicas saltando y se une a ellas.