A finales de la década de 1970, Cameron Stuart es un bostoniano diagnosticado con trastorno bipolar. Ha sufrido un quiebre psicótico que lo llevó a ser despedido de su trabajo y hospitalizado. Para poder permitirse cuidar de sus dos hijos pequeños, la esposa de Cam, Maggie, se muda con ellos a un pequeño departamento de alquiler controlado y lucha por encontrar suficiente trabajo para mantener a los tres.

A medida que Cameron se rehabilita, se muda de una casa de recuperación a vivir solo. Maggie comienza a solicitar admisión en escuelas de negocios para que la familia eventualmente sea más económicamente segura, por el bien de los niños que asisten a una escuela de baja calidad en una mala zona de la ciudad. Maggie logra obtener una beca para asistir a la Universidad de Columbia, y le pide a Cameron que cuide de sus hijas mientras ella se muda a Nueva York durante dieciocho meses para obtener su título de M.B.A. Cameron acepta a regañadientes.

Las niñas se sienten avergonzadas de vivir con Cameron, quien a veces las abandona en medio de la noche, es amigable de manera agresiva con sus vecinos y comienza innumerables proyectos desordenados, haciendo que su apartamento sea casi inhabitable. Sin embargo, sus hijas aman profundamente a Cameron y tratan de ayudarlo a criarlas.

Cameron las lleva a visitar a su abuela, una adinerada bostoniana de la alta sociedad que controla el fideicomiso familiar y paga el costo de su apartamento de alquiler controlado. Después de que su abuela intenta darle a Cameron su Bentley, él le pide que en cambio pague la educación privada de las niñas, pero ella se niega.

Maggie se acerca a la graduación, lo que Cameron espera que les permita vivir nuevamente como familia. Sin embargo, le revela a Maggie que ha dejado de tomar su litio desde que ella se fue, y Maggie no puede encontrar un trabajo adecuado en Boston. Maggie decide aceptar un trabajo que le ofrecieron en E. F. Hutton & Co. en la ciudad de Nueva York, dejando a Cameron en Boston y llevándose a las niñas consigo.

Al darse cuenta de lo infelices que estarán las niñas y de que su nuevo trabajo exigente la obligará a trabajar más de doce horas al día, Maggie decide que, aunque aceptará el trabajo, dejará a los niños en Boston con Cameron, enviando dinero de vuelta para que las niñas puedan asistir a una buena escuela privada. Un año después, las niñas están inscritas en la escuela privada y Cameron continúa cuidándolas y observándolas con orgullo.