Sabina tiene una vida normal. Está bastante satisfecha con su trabajo como actriz de doblaje y su relación con su pareja Franco, un actor que, por falta de trabajo, se ha visto obligado a trabajar en una serie de televisión, dirigida por el talentoso pero desilusionado director Andrea Negri.

Debido al traslado de la tumba de sus padres, Sabina se da cuenta de que sólo recuerda su propia infancia, vivida en el seno de una estricta familia de clase media, por grados. Poco después, empieza a tener pesadillas aterradoras e informa de su malestar a Emilia, su mejor amiga, que desgraciadamente está ciega debido a una enfermedad degenerativa. Mientras pasea por las calles del centro de la ciudad con su compañera María, Sabina descubre su gran pena: la mujer ha sido abandonada por su marido, que se ha ido a vivir con su amante de 20 años.

Mientras tanto, Sabina descubre que está embarazada, pero no se lo revela a Franco, sino que decide pasar las vacaciones de Navidad con Daniele, su hermano mayor, que enseña literatura en la Universidad de Virginia, en Charlottesville (Estados Unidos), donde vive con su mujer Anne y sus dos hijos. Decidida a aportar claridad y serenidad a su vida, Sabina está convencida de que acercándose a su hermano y hablando con él podrá comprender lo que ocurrió en su pasado.

Bien acogida por su hermano y su familia, Sabina le confía su embarazo y le habla de las pesadillas que la atormentan, pero él les resta importancia. Sin embargo, en Nochevieja, mientras Franco la engaña en Italia con Anita (una actriz de la ficción), Daniele le revela su "bestia en el corazón": durante su infancia, su padre había abusado de ellos, con el consentimiento tácito de su madre. Cuando Daniele reaccionó una vez tirándole un cenicero, el padre dejó de abusar de él, pero Daniele le advirtió que no tocara a Sabina, pues de lo contrario lo habría matado. Años más tarde, de hecho, en la cama de un hospital, el padre le había confesado a Daniele que había abusado de Sabina en dos ocasiones: en ese momento, Daniele hizo que su padre le inyectara morfina como excusa, llevándole así primero al coma y luego a la muerte.

La confesión de Daniele une aún más a hermano y hermana. Daniele está convencido de que la próxima maternidad permitirá a Sabina salir de esta situación. Le confiesa que ha tenido que someterse a horas de psicoanálisis para tener una relación sana con sus hijos.

De vuelta en Italia, sin embargo, la relación con Franco se enfría involuntariamente, a pesar de que ella le revela su embarazo, lo que hace que su compañero desista de revelarle la traición. Mientras tanto, Sabina se alegra al descubrir que ha surgido un romance entre Emilia y María, a quien Sabina había enviado con su amiga para que le hiciera compañía. La extrema soledad de ambas mujeres las había acercado cada vez más. Precisamente con estas dos mujeres, Franco y Sabina son invitados a la masía de Negri en pleno verano. Trabajando con Franco, Negri ha redescubierto la inspiración para hacer cine: quiere que el actor protagonice su película, un operario ecológico que, junto con uno de sus colegas, encuentra un bebé recién nacido entre los cubos de basura. Sin embargo, hay tensión en el aire que divide a las dos parejas de la casa de campo: María, aunque enamorada de Emilia, la abandona al ser incapaz de renunciar a su heterosexualidad, mientras que Franco, preocupado por que la frialdad de Sabina esté relacionada con sospechas de traición, se lo confiesa. Sabina acoge la noticia con frialdad y, en su lugar, cuenta a su pareja sus tristes experiencias infantiles.

Poco después, Sabina desaparece de la casa de campo, alarmando a todos porque el excesivo calor puede causarle problemas, justo cuando está a punto de dar a luz. Es en un pequeño tren desierto, viajando por la vía férrea entre los olivos, donde Sabina rompe aguas. Siempre son las aguas las que inundan metafóricamente todos los tristes recuerdos de la infancia. Franco y los demás llegan por fin al hospital. Sabina, que ha dado a luz a un hermoso niño, se reúne con su pareja, mientras que María se reencuentra con Emilia. Al ver al bebé, el director Negri lo coge en brazos, decidido a utilizarlo en la película que está ideando, y se pelea con una enfermera, según la cual "sólo los padres pueden tocar a los niños".

En América, Daniele promete volver a Italia para encontrar a su hermana y al sobrino que lleva su nombre, convencido de que un día ambos podrán caminar erguidos el uno junto al otro, a pesar de los traumas sufridos.