Final de La caída
(2022)Final de La caída (2022)
Título original: La caída
Sinopsis
De la galardonada Lucía Puenzo, llega "Dive", protagonizada por Karla Souza en una espectacular actuación espectacular en esta historia sobre las complejidades de las relaciones en un contexto en el que ganar se define como el último sueño.
Lucía Puenzo
Director
Lucía Puenzo
Escritor
Nicolás Puenzo
Fotógrafo
Reparto principal
Karla Souza
Hernán Mendoza
Dèja Ebergenyi
Mabel Cadena
Fernanda Borches
Amalia Rangel
Como acaba La caída
Dirigida por Lucía Puenzo, "La caída" aborda las complejidades que encuentran las mujeres en el deporte y cómo se ven obligadas a mantener el silencio para alcanzar la fama. Mariel Sáenz ganó una medalla de bronce olímpica en clavados a los 15 años. Desde entonces intentaba ganar un torneo, pero siempre en el último momento perdía la confianza y realizaba una actuación mediocre. Su familia se reunía a menudo para ver y celebrar su victoria olímpica, aunque había pasado mucho tiempo desde entonces. Mariel sabía que tenía que demostrar su valía una vez más, pero la suerte quiso que su compañera de clavados sincronizados se lesionara antes de la ronda de clasificación. Ahora Mariel tenía que coordinarse con una niña de catorce años, Nadia. No creía en la dedicación de la niña. Sabía que, por muy buena que fuera, no tendría el hambre y la desesperación que ahora experimentaba Mariel. Conocer a Nadia sería una revelación para Mariel, un encuentro que habría preferido evitar, pero que al mismo tiempo era necesario.
Trama de La caída
Mariel había dedicado su vida a su deporte. Practicaba sin descanso y sus lesiones lo atestiguaban. No sabía quién era, aparte de ser la clavadista olímpica que ganó el bronce a los 15 años. Se suponía que iba a convertirse en la clavadista célebre de la trayectoria, pero ahora apenas se clasifica para los torneos. Por mucho que se esforzara, algo estropeaba su victoria garantizada. Sabía que, a medida que se hiciera mayor, su agilidad se vería afectada; ya tenía 30 años y sólo tenía este año para lograrlo o romperlo. Se le estaba acabando el tiempo y necesitaba una victoria antes de que su carrera llegara a su fin.
Su entrenador, Braulio, le presentó a Nadia, una joven clavadista de gran talento. Él creía que ella podría competir en la categoría de clavados sincronizados. Braulio había entrenado a Mariel desde muy joven; estaba cerca de ella y de su familia. La confianza de Braulio en Nadia le pareció un poco inquietante. Nadia apenas llevaba un año de entrenamiento y creía que Braulio la estaba emparejando con Nadia para que pudiera adquirir su primera experiencia en un gran torneo. Incluso cuando Mariel exclamó que no participaría si tenía que formar pareja con Nadia, a Braulio no le importó. Mariel se dio cuenta de que era reemplazable, ella solía ser la única esperanza de Braulio en un momento dado, pero ahora él había cambiado claramente su confianza y expectativas hacia Nadia. Braulio trató de establecer que seguía confiando en Mariel, y ella nunca pudo dudar realmente del hombre que la ayudó a convertirse en quien era. La vida sexual de Mariel era un desastre; se enrollaba con gente al azar y acababa contrayendo infecciones. Prefería las relaciones que no fueran exigentes y besarse con desconocidos era su forma de alejar las emociones.
Justo cuando Mariel había aceptado que tenía que emparejarse con Nadia, Braulio fue suspendido de su trabajo en el Centro Olímpico. Los padres de Nadia lo acusaron de abuso sexual. Braulio negó todas las acusaciones; creía que la madre de Nadia, Irene, buscaba venganza por haberle quitado a su hija. Tenía un vínculo especial con todos los niños que entrenaba porque vivían lejos de sus padres y creía que era su responsabilidad cuidarlos. La familia de Mariel apoya a Braulio incondicionalmente; no confían en una palabra contra él. Braulio lloraba y añadía que él también tenía una hija y que ese tipo de acusaciones podían dificultar también su vida personal. Mariel apoyó a Braulio; creía que era el mejor hombre que había conocido en toda su vida, y podía dar testimonio de su experiencia con él ante la Federación.
¿Cómo descubrió Mariel la verdad sobre Braulio?
Mariel visitó a la madre de Nadia, quien le comentó que Mariel era la mayor inspiración de Nadia para convertirse en buzo. Su madre siempre había sabido lo desesperada que estaba su hija por crecer, hacerse adulta e independizarse, pero hubo un día en que la miró y se dio cuenta de que había perdido la inocencia que toda niña poseía. Pudo ver que Nadia llevaba un vacío en su interior. Mariel simpatizaba con lo que sentía Irene, pero no creía que su entrenador pudiera hacerle eso a Nadia. Abogó por el carácter de Braulio, diciendo que, como entrenador, tenía que acercarse a sus alumnos, y quizá fue Irene quien asumió que eso era algo más que una relación profesor-alumno. Mariel añadió que el paso de Irene podría arruinar la carrera de su hija y también la de Braulio. Irene le preguntó a Mariel si alguna vez se sintió incómoda con Braulio, y Mariel afirmó que cuando nadie más se preocupaba por ella, Braulio veía su potencial. Sin su apoyo y ayuda, ella sería sólo una persona rota. Mariel trató de convencer a Irene de que no destruyera la carrera de Braulio por un malentendido. Habló con Irene no sólo porque se preocupaba por Braulio, sino también porque no podía renunciar a su sueño. Sin Nadia, perdería su oportunidad de competir en los Juegos Olímpicos. Y sin Braulio, no tendría ni idea del siguiente paso. No comprendía el peso de la situación; creía que tanto ella como Nadia se quedarían sin tutor si dejaban ir a Braulio. Le necesitaban tanto como él a ellas, y nadie más podía entender su relación.
En el centro de formación, Nadia se disculpó con Braulio por lo ocurrido. Nunca quiso que su madre se quejara, pero Braulio se negó a escucharla. Pronto le acompañaron fuera del lugar. Nadia se culpó de todo lo que estaba ocurriendo. Le confesó a Mariel que llevaba un diario y que su madre lo leía. Afirmó que todo lo que escribía era insignificante y no estaba destinado a que nadie más lo leyera, pero que ahora había arruinado su vida. En el juicio no se presentó ninguna de las víctimas, mientras que Braulio había llevado a todos sus alumnos destacados para que testificaran a favor de su carácter. Nadia se dirigió a la sala. Afirmó que su madre hacía acusaciones falsas porque quería que se fuera a vivir con sus abuelos. Creía que su madre simplemente tenía envidia de su vida y quería arrebatársela. Los jueces concluyeron que se trataba de un asunto familiar que debía resolverse en casa. Se levantó la suspensión de Braulio, que fue recibido de nuevo para formar a sus alumnos.
Mientras viajaban a su estancia en la Copa FINA, Mariel se dio cuenta de que Nadia y Braulio compartían una estrecha relación. Braulio puso excusas para tocar a Nadia y Mariel se preguntó si Irene había tenido razón todo el tiempo. Mientras Mariel quería descansar y centrarse sólo en el torneo, Nadia se iba de fiesta con el resto del equipo. Incluso fue hasta altas horas de la noche para llevar a Nadia a su habitación, pero Braulio le dijo que dejara a Nadia disfrutar porque era la primera vez que asistía a un evento de este tipo. De repente, Mariel se acordó de su yo más joven encerrada en un lavabo. Salió del baño y encontró a Nadia durmiendo en su cama. A la mañana siguiente, Nadia se mantuvo distante y Mariel se dio cuenta de que algo estaba pasando. Mariel no pudo concentrarse durante la ronda de clasificación y tuvo una actuación media. Se clasificó, pero Braulio estaba decepcionado con su actuación. La insultó, ridiculizó su vida sexual y afirmó que su actuación fue mala sólo porque estaba celosa de Nadia. Añadió que la Federación quería deshacerse de ella y que él hablaba en su nombre y les pedía que le dieran otra oportunidad y la emparejaran con Nadia. Mariel comenzó a disculparse frenéticamente y a pedirle perdón. Braulio le pidió que se refrescara en su baño, y ella entró para encontrar allí el top de Nadia. Ahora sabía que lo que había supuesto era la verdad. Robó el diario de Nadia de su bolso y empezó a leer los detalles que le recordaban su pasado.
Final de La caída
¿Cómo ayudó Mariel a Nadia? ¿Por qué huyó del torneo?
El diario de Nadia describe cómo Braulio se acercó a ella y la preparó. Escribió sobre cada avance sexual que él hacía. A menudo quería gritar, pero él le hacía creer que él era su futuro y que sólo él podía ayudarla a conseguir lo que ella deseaba desesperadamente. Mariel tiró el diario a la piscina por asco, pero enseguida se zambulló en ella y lo recuperó. Sabía lo importante que era el diario como prueba. A Mariel le dio fiebre. Había reprimido su trauma todos estos años, pero después de leer el relato de Nadia, recordó cómo Braulio la explotaba cuando era joven. Los recuerdos aún estaban frescos; todavía podía sentir lo incómoda que la hacía sentir, aunque era demasiado joven para comprender lo equivocados que eran sus avances. Recordó que también le había hecho falsas promesas. Braulio era un pedófilo, y nadie se atrevía a hablar contra él, sabiendo el poder que tenía y la vergüenza que supondría para la víctima presentar una denuncia. Tras recuperarse de la fiebre, Mariel empezó a notar cómo Braulio se excusaba para tocar a Nadia. Y aunque trató de alzar la voz contra él, no logró hablar de lo que le había hecho a ella, a Nadia y a varias otras jóvenes.
Ese día volvió a casa y habló por primera vez de los abusos. Puso el vídeo de las Olimpiadas y le contó a su madre exactamente lo que Braulio le dijo durante el torneo. Su madre debía protegerla, pero nunca se dio cuenta de a qué se enfrentaba su hija. En cambio, su familia se hizo amiga de Braulio y de la familia de éste, lo que hizo más difícil que Mariel se diera cuenta de lo problemático que era Braulio. Era demasiado joven para entender la situación y, por desgracia, no tenía a nadie con quien hablar de su experiencia. Al día siguiente, después del entrenamiento, Mariel se enfrentó a Nadia por Braulio. Le dijo que sabía todo lo que le había hecho y que ella también había sufrido los mismos abusos, pero Nadia se negó a escucharla. Aunque Mariel no quería que Nadia tuviera que pasar por esto sola, Nadia creía que no era una niña pequeña y que lo que Braulio le había contado era la verdad. Mariel sabía lo que compartían; lo sabía porque él también le decía las mismas cosas. Él le había pedido que no hablara de su relación porque el mundo nunca entendería lo que compartían. Nadia creía que Mariel estaba celosa de ella, por eso quería hacerle creer que lo que compartía con Braulio no era real. Él le prometió casarse con Nadia después de regresar de Grecia; dejaría a su esposa para estar con ella. Mariel se dio cuenta de que Nadia estaba completamente influenciada por Braulio, y no importaba lo que Mariel dijera, no la creería.
Incluso después de saber lo que Braulio le hizo a Mariel, su madre quería que ella se disculpara con él antes de que comenzara la conferencia de prensa. Al parecer, Nadia le habló de Mariel y él quería reunirse con ella para solucionar el problema. Braulio trató de ganarse la simpatía de Mariel; estaba llorando, culpándose de ser un monstruo y expresando que siempre había amado a Mariel. Ella le pidió que le quitara las manos de encima; ya no le importaban sus mentiras y quería que se alejara de ella. Le amenazó con decir la verdad si se atrevía a acercarse a Nadia. Antes de partir a Grecia para asistir a la final olímpica, envió el diario a Irene para que la ayudara a tomar las medidas necesarias contra Braulio. Se abstuvo de bucear en el torneo final. Al no bucear, Mariel enseñó a Nadia que también había otras opciones. Quería que Nadia creyera que no tenía que participar en el lío. También podía huir de los abusos. Conocer a Nadia ayudó a Mariel a darse cuenta de que estaba viviendo una pesadilla. A los treinta años, se atrevió a huir de su último torneo olímpico.
Corrió hacia el mar. A diferencia de la piscina del torneo, el mar denotaba libertad para ella. El mar no tenía reglas, no tenía fin. Mariel también tenía toda su vida por delante, con infinitas posibilidades. No tenía motivos para creer que no era más que su profesión y que, sin una medalla, su vida no tendría sentido. Aunque Mariel no ganó una medalla ese día, tuvo una sensación de logro al mostrar a una adolescente un camino mejor. Eligió ser el ejemplo que deseaba tener en la vida. "Dive" narra con eficacia la historia de Mariel y Nadia y cómo de un trauma compartido nació un vínculo inesperado. El primer plano de Mariel cuando decide no bucear capta maravillosamente el nerviosismo y el orgullo que experimentó en ese momento.