Aunque ha pasado el tiempo, todos -excepto Susan- han renunciado prácticamente a cualquier esperanza de que Alex esté vivo, y mucho menos de que la encuentren, y el juicio contra Philippe (Keith McDermott) -el antiguo empleado de limpieza de Susan, que sigue afirmando ser inocente- parece estar en acabado, de repente se produce una noticia inesperada: El teniente Manetti (Judd Hirsch), principal investigador del caso, recibe una llamada telefónica de una tal Malvina Robbins (Louise Stubbs), quien afirma que "Alex está vivo y vive con uno de sus vecinos"; sin embargo, el Departamento de Policía resta importancia a la llamada.

Impulsado por un perpetuo sentimiento de "qué pasaría si...", Manetti lleva a su hijo a dar una vuelta en coche y ambos se dirigen a Bridgeport, Connecticut, para comprobar la pista, pero aún temiendo que se trate de una falsa bandera y que tenga que reprender a la mujer por interferir en la investigación. Se sorprende al ver un Chevy azul en el aparcamiento de la casa de los vecinos de Robbins, va a casa de Robbins y, desde su teléfono, se pone en contacto con la Policía local. Poco después, registran la casa de al lado y encuentran a Alex sano y salvo. El secuestrador confiesa haberlo hecho "para que el chico pudiera cuidar de un familiar discapacitado".

La noticia se difunde y un creciente grupo de policías se reúne para escoltar a Alex de vuelta a Nueva York; al mismo tiempo, los medios de comunicación se congregan frente a la casa de Susan. Cuando Susan vuelve de hacer la compra, Menetti llega con Alex.

La película termina con el feliz reencuentro de madre e hijo ante la complacida mirada de todos los presentes y la satisfacción personal del decidido detective, que siempre apoyó a la madre en su esperanzada búsqueda y nunca se dio por vencido.