Roy Tucker (Gene Hackman), que cumple condena por el asesinato del primer marido de su mujer, es abordado en la cárcel por un hombre llamado Tagge (Richard Widmark) en nombre de una misteriosa organización con una oferta: a cambio de ayudarle a escapar y comenzar una nueva vida, Tucker debe trabajar para la organización durante unas semanas. Tras su huida con su compañero de celda Spiventa (Mickey Rooney), al que la organización mata inmediatamente, Tucker vuela a Puntarenas, Costa Rica, donde se reúne con su esposa Ellie (Candice Bergen). Tras unos días idílicos, el Tagge de la organización, Pine (Edward Albert) y el general Reser (Eli Wallach) los devuelven a Los Ángeles. Allí, los detalles de su misión se revelan lentamente. Se da cuenta de que se espera que asesine a alguien y se niega. La organización toma represalias secuestrando a su esposa.

A la mañana siguiente, Tucker dispara a su objetivo desde un helicóptero, pero éste es alcanzado por el fuego de respuesta y se estrella. Tucker y Reser escapan, pero Tucker toma a Pine como rehén y le exige un avión y la devolución de su esposa. En la pista de aterrizaje, Tucker le dice a Tagge que disparó deliberadamente en corto. Tagge revela que tenía a otros dos tiradores en el lugar, incluido el compañero de celda de Tucker supuestamente asesinado, Spiventa, y que el grupo de Tagge ha estado manipulando a Tucker durante más de una década. A bordo del avión con Ellie, Tucker descubre que alguien ha colocado una caja de herramientas en la parte trasera del coche de Tagge. Incapaz de conseguir que el piloto aborte el despegue, Tucker observa impotente cómo Tagge salta por los aires con su coche. La pareja regresa a Costa Rica, donde Tucker ve cómo su nueva vida se desmantela con la misma rapidez con la que fue montada: su pasaporte falso destruido, su dinero sustraído y Ellie asesinada. Spiventa y Pine llegan para matar a Tucker, pero éste se desentiende de ellos y arroja sus cuerpos al mar. La película termina con un Tucker decidido a no ceder, sin saber que está en el punto de mira de otro asesino.