Durante el interrogatorio del forense, se revela que Carolyn, la víctima, se sometió a una ligadura de trompas, por lo que no tenía motivos para utilizar el anticonceptivo que se le encontró. Stern, el abogado de Rusty, afirma que la única explicación de esta discrepancia es que la muestra de fluido no se tomó realmente del cuerpo de Carolyn.

Basándose en la desaparición del vaso de cerveza, la falta de motivos y el hecho de que la muestra de fluido carecía de sentido, el juez Lyttle desestima los cargos. Rusty se enfrenta a Stern por sacar a relucir el expediente de soborno en el caso. Stern le jura guardar el secreto y le revela que Lyttle tuvo un encuentro sexual con Carolyn. Stern también confiesa que él y Raymond sabían que Lyttle aceptaba sobornos, y aunque Lyttle había presentado su dimisión, Raymond consideraba que era un juez brillante y merecía otra oportunidad. Lipranzer se reúne con Rusty y le revela el vaso de cerveza desaparecido, explicándole que nunca lo devolvió a pruebas cuando la investigación pasó a manos de Della Guardia y Molto. Rusty lo arroja a un río.

En su casa, Rusty descubre una pequeña hacha cubierta de sangre y pelo de Carolyn. Mientras lava la herramienta, Barbara, la mujer de Rusty, admite que asesinó a Carolyn, siendo su motivo la aventura adúltera de Rusty. Le dice que había dejado suficientes pruebas para que él supiera que ella había cometido el crimen, pero que no había previsto que él fuera acusado del asesinato.

En una voz en off, Rusty explica que el asesinato de Carolyn se ha dado por no resuelto, ya que juzgar a dos personas por el mismo crimen es "una imposibilidad práctica" y él no puede dejar a su hijo sin madre aunque pudiera ser juzgada. Rusty lamenta que fuera su propia lujuria la que provocara el asesinato cometido por su mujer.