La odisea de Dexter y Erik en busca de una cura para el SIDA de Erik llega a su fin cuando Dexter se enferma después de ahuyentar a los dos barqueros a los que robaron dinero cortándole la mano y amenazándolos con infectarlos con su sangre. Erik decide llamar a la madre de Dexter, Linda, para decirle que tomarán un autobús de vuelta a Stillwater. Dexter y Linda tienen un reencuentro muy emotivo y Dexter es llevado al hospital.

Erik decide quedarse con ellos todo el tiempo para poder consolar a su amigo y evitar a su negligente e intolerante madre Gail, quien probablemente le impida estar cerca de Dexter. Los dos chicos deciden gastarle una broma a los médicos para hacerles creer que Dexter está muerto; hacen esto tres veces. Sin embargo, la tercera vez, cuando un médico viene a revisar, Dexter no se despierta, porque en realidad ha fallecido a causa de las complicaciones de su enfermedad. Angustiada por la muerte de su único hijo, Linda lleva a Erik a su casa y se desmaya cuando ve a una mujer con su hijo pequeño cruzando la calle. Los dos se abrazan cuando él se disculpa por "no esforzarse más en encontrar una cura" y Linda responde que él fue lo mejor que le pasó a Dexter.

Cuando llegan a la casa de Erik, Gail lo ataca furiosamente. Linda la detiene y le pide que entre a hablar. Una vez allí, coloca a Gail contra la pared y, entre lágrimas, le advierte severamente que no vuelva a tocar al chico. Gail accede y ella y Erik se marchan, después de que Linda lo tranquilice.

Al final, en el funeral, Erik decide poner uno de sus zapatos en el ataúd de Dexter y coger uno de los zapatos de Dexter (lo cual Linda nota y sonríe), y luego deja el zapato de Dexter navegando por el río. Esto simbolizaba su duradera e inquebrantable amistad.