Tres amigos, Lewis McBride, Sheriff y Tony, aparecen de vacaciones en un paraíso malayo. Sus aventuras incluyen ser casi atropellados por un coche mientras montan en bicicleta, y ser presionados para comprar unos cuernos de rinoceronte a unos lugareños malayos. También compran una gran bolsa de hachís a un traficante de drogas. Los tres hombres terminan en su casa frente al océano reflexionando sobre su futuro en la paradisíaca isla.

Tony y Sheriff deciden regresar a Nueva York, mientras que Lewis, que es un "ecologista", desea viajar a Borneo para salvar a los orangutanes en peligro de extinción. El último día, tiran el hachís restante a la basura. A medida que pasa el tiempo en Nueva York, Sheriff trabaja como conductor de limusinas y Tony como arquitecto.

Una joven abogada llamada Beth les informa de que su amigo Lewis ha pasado los dos últimos años en la prisión de Penang, en Malasia, a causa del hachís encontrado en su casa malaya. Ella les revela que será condenado a muerte a menos que uno de los dos, o los dos, vuelvan para compartir la responsabilidad. Beth asegura a ambos que no sufrirán en la cárcel, ni serán torturados, ni sufrirán daño alguno. Tras ocho días agotadores en los que deben tomar una decisión, Beth y Sheriff inician una acalorada relación amorosa y ambos deciden regresar a Malasia. A su llegada, todo parece ir bien hasta que visitan la prisión para ver a Lewis.

Lewis parece haber sufrido daños psicológicos por el duro encarcelamiento, aunque se informa de que no ha sido torturado ni ha pasado hambre, como ocurre con otros presos. Posteriormente, Beth revela que es la hermana de Lewis y que ha estado manipulando descaradamente a los dos hombres. Su mentira hace que Tony tema al sistema judicial malasio, por lo que abandona a Lewis y vuela de vuelta a Estados Unidos. Al principio, el sheriff sigue a Tony, pero decide enfrentarse a la cárcel para salvar a su amigo y regresa a la sala en la que Lewis está siendo juzgado.

El juez parece animado por este acto de valentía, hasta que descubre un recorte de prensa de un periódico estadounidense en el que se culpa al sistema judicial malasio y se le condena por su dura sentencia contra Lewis. Por ello, se enfurece y condena a muerte a Lewis, a pesar de la decisión de Sheriff de aceptar su parte de responsabilidad. También condena a Sheriff a una pena de cárcel de duración desconocida.

Mientras Lewis es llevado a su ejecución, Sheriff oye sus gritos y forcejeos. Desde una ventana, puede llamarle y asegurarle repetidamente que no está solo. Justo antes de ser ahorcado, Lewis se calma y muere tranquilamente.

El sheriff le asegura a Beth que Lewis, a pesar de su deterioro emocional, parecía estar en paz en sus últimos momentos. Ella se emociona y besa a Sheriff como muestra de su amor y conexión. Beth le cuenta que el fiscal general ha dicho que el gobierno malayo lo liberará discretamente en un plazo de seis meses, una vez que se calme la atención mediática, para salvar las apariencias. Mientras el guardia se lleva a Sheriff, Beth dice que llevará a su hermano de vuelta a casa y luego regresará a Malasia para esperar su liberación.