Philippe Lemesle (Vincent Lindon) dirige una planta industrial que pertenece a una multinacional estadounidense. Recibe la orden de despedir a 58 personas, a pesar de que ya ha habido recortes de empleo recientes y los empleados ya están bajo presión. Se encuentra atrapado entre las órdenes de su dirección y las resistencias de sus jefes de servicio, quienes consideran que la planta no podrá funcionar con una plantilla demasiado reducida.

Paralelamente, su esposa Anne (Sandrine Kiberlain) pide el divorcio porque ya no soporta que la vida profesional de su esposo canibalice su vida privada, y su hijo Lucas (Anthony Bajon) tiene graves problemas psíquicos al punto de tener que ser hospitalizado.

Philippe busca una salida elaborando un plan alternativo que permita realizar los ahorros necesarios sin despedir, pero es rechazado de manera contundente por la dirección estadounidense.

Hay rumores en la empresa, y los representantes del personal vienen a preguntarle si hay o no un plan social en proceso de elaboración. Empujado a sus límites, finalmente les asegura que no hay despidos planeados.

Pero uno de los sindicalistas ha grabado secretamente la conversación, y cuando finalmente se anuncia el plan social, hace público el registro. Philippe es despedido sin indemnización por falta grave. Claire Bonnet Guérin (Marie Drucker), la directora de la filial francesa del grupo, le propone sin embargo un arreglo a condición de que acepte cargar la responsabilidad en su adjunto, quien sería despedido. Philippe se niega.