Dos niños, Abel y su hermana pequeña Nora, empiezan en un nuevo colegio. Abel pronto es presa de una pequeña pandilla de niños que le acosan día tras día. Su hermana, que al principio había intentado alertar a los adultos, es instada por Abel a no decir nada; al principio obedece.

Nora acaba contándoselo a su padre, que interviene. Pero la situación empeora, tanto que se convoca a los acosadores. Pero Abel está aislado. Nora ha hecho amigos, pero se burlan de su hermano, que no se defiende más de ellos que de sus antiguos atormentadores. Nora se debate entre el dolor de ver a su hermano mayor en apuros y la decepción por su miedo e impotencia.

Profundamente indignada por la crueldad de sus compañeros, pero incapaz de comprender por qué no se ayuda más a su hermano, a pesar de las palabras tranquilizadoras y la atención de su profesor, desarrolla cierta agresividad hacia quienes la rodean. Llega a albergar cierta ira hacia su hermano, acusándole de obstaculizar su integración en la escuela, lo que les aísla aún más.

Abel se pone del lado de los matones participando en el acoso de otro niño, haciéndose el duro. Nora se da cuenta de que su comportamiento tiene algo que ver y vuelve con su hermano. La última imagen los muestra abrazados, quizá dispuestos a quererse y ayudarse de nuevo.