Una pareja de ancianos que habla quechua vive en el Altiplano, la árida meseta alta de los Andes, y Virginio, sabiendo que está a punto de morir, pasa sus últimos días ocultando esta condición a su esposa Sisa. Una larga vida juntos se esconde detrás de la pareja quechua.

Juntos están ocupados con tareas como pastorear sus llamas. Su casa está rodeada de altas montañas. Virginio a menudo mira al cielo y espera que llueva. Como no llueve y el pozo del pueblo está vacío, Sisa tiene que caminar al río todos los días. Mujeres de los pueblos cercanos también acuden a la última fuente restante.

Un día reciben la visita de su nieto Clever, quien trae noticias de la ciudad. Sus abuelos discuten notoriamente en quechua sobre los motivos de la visita de Clever; él les habla en español. Clever quiere que sus abuelos se muden con la familia a la ciudad, donde Virginio enfermo puede ser examinado y tratado.[4]

Clever y Virginio van a las montañas con aldeanos cercanos y realizan un ritual para traer de vuelta la lluvia a la tierra. Después, los aldeanos frustrados debaten soluciones para su sequía, muchos optan por irse a la ciudad.

Durante su pastoreo, Virginio se desmaya. Clever lo encuentra y lo lleva de vuelta a una preocupada Sisa, quien le pide que revele su tos misteriosa. Virginio teme que Sisa se quede sola, una vez que él muera, y preferiría que ella lo acompañara al más allá que mudarse a la ciudad. Clever lo confronta sobre su egoísmo, discuten y Clever abandona el pueblo. Regresa poco después con un médico, quien intenta convencer a Virginio de ir a la ciudad para ser tratado. Un derrotado Virginio se niega. Permanece en silencio sobre la muerte, pero encuentra muchos motivos relacionados con ella, incluyendo una llama deshidratada, un cóndor y la noticia de que Clever va a ser padre, que escucha a escondidas. Virginio discretamente hace planes para darle a Clever una caja de lata llena de fotos y trozos de oro. Le da a Clever su sombrero el día antes de morir pacíficamente mientras duerme.

Los aldeanos vecinos asisten a su funeral. Clever se prepara para regresar a la ciudad, se despide de Sisa y ella le pide que la visite a menudo. Bajo el cielo atronador, la viuda Sisa pastorea las llamas.