La película cuenta la historia de Ariel Perelman (Daniel Hendler). Aunque tiene un estilo de vida despreocupado, intenta encontrar su camino en la vida en Buenos Aires, Argentina. Trabaja en una universidad como profesor de derecho. La película comienza con una larga narración de cómo están las cosas en su vida. Describe con detalle a su padre, Bernardo Perelman (Arturo Goetz). Perelman, como se le conoce, es un popular abogado de oficio que se reúne con sus clientes donde trabajan o en restaurantes para poder determinar de qué "van". La mayoría de sus clientes suelen ser pobres. Está muy unido a su secretaria (Adriana Aizemberg) desde que su mujer murió hace quince años. El trabajo llena los días de Perelman, y Ariel se asombra de su energía.

Después de desear a Sandra (Julieta Díaz), una atractiva mujer que toma su clase, Ariel decide perseguirla y toma la clase de Pilates que ella imparte. No pasa mucho hasta que Sandra es demandada por enseñar Pilates sin la aprobación de la empresa que tiene los derechos para enseñar Pilates en Argentina. Ariel (conocido como Perelman por Sandra) pide ayuda a su padre y gana el juicio.

En el proceso, Sandra se enamora del joven Perelman y se casan. Ella comienza a decorar su casa durante unos años y tienen un hijo al que llaman Gastón (Eloy Burman), que es un joven bastante encantador.

A Ariel le cierran el edificio de la universidad durante un mes por haberse derrumbado y le dan un tiempo libre. Sin embargo, no comparte esta noticia con su mujer. Durante este tiempo, su padre empieza a pasar tiempo con Ariel, lo que le hace pensar que algo debe ir mal. En la escuela infantil suiza a la que asiste Gastón le piden que participe en una obra de teatro y en clases de natación con los demás padres. Ariel primero se rebela pero cede.

La película termina con la muerte y el entierro de su padre y una larga mirada introspectiva a la vida de Ariel Perelman en sus 30 años.