Su-mi se enfrenta a su padre por el hecho de que Eun-ju (la madrastra) haya encerrado a Su-yeon en el armario. Confundido y frustrado, el padre le explica a Su-mi que Su-yeon está muerta.

Al día siguiente, el padre va a hacer un recado para recoger a la persona a la que ha estado confiando por teléfono. Mientras está fuera, Su-mi y Eun-ju tienen un violento enfrentamiento. El padre regresa y encuentra a Su-mi ensangrentada en el suelo. Le da a Su-mi unas pastillas, y entonces ella ve a la persona que su padre trajo a la casa, una Eun-ju muy diferente.

Su-mi se da cuenta entonces de que los sucesos que han tenido lugar en la casa desde que regresó estaban todos en su mente, y que ella estaba fingiendo ser Eun-ju todo el tiempo.

Vuelve al hospital psiquiátrico, donde reflexiona sobre la tragedia de la muerte de su hermana pequeña, una muerte que podría haberse evitado si ella y la verdadera Eun-ju no hubieran discutido.