Álvaro invita a cenar a sus vecinos mejicanos, Irene y Enrique, con la excusa de hablarles sobre posibilidades de trabajo.

El autor comenta que el vecino jubilado, tiene una caja fuerte con mucho dinero en efectivo y que el número para abrirla es su fecha de nacimiento.

Les cuenta que le dijo a Don Alfonso que una conocida latina estaba buscando trabajo, y este empezó a desacreditar de manera muy desagradable a los inmigrantes.

Esta conversación nunca se produjo, Álvaro se la inventa para intentar que el matrimonio entre a robar a casa de su vecino.

Una noche, cuando Álvaro llega a casa, su vecino de enfrente, Enrique, le pide que le preste una caja de herramientas, ya que está desmontando muebles porque han decidido volver a México.

A la mañana siguiente, Irene le devuelve la caja de herramientas. De repente, se escuchan gritos de la portera, diciendo que Don Alfonso está muerto.

La Policía detiene a Álvaro como el autor del crimen. Durante el interrogatorio le preguntan por su caja de herramientas, y les cuenta que se la dejó a los vecinos. Pero nadie lo cree.

En el coche policial, Álvaro entiende que Irene y Enrique le tendieron una trampa, mataron a Don Alfonso y se quedaron con su dinero. Que lo tenían todo planeado mucho antes de que el llegará a sus vidas.

Álvaro cree que es un final para su libro mucho mejor que los que el hubiera imaginado.

En la cárcel, Álvaro sigue provocando malentendidos entre sus compañeros para traducirlos en su ansiada novela.