Ray Kroc vende máquinas de batidos para restaurantes.

Al enterarse de que un restaurante funciona tan bien que necesita ocho de sus máquinas, viaja a San Bernardino, California, para ver el negocio en acción y se da cuenta de que es una caseta de hamburguesas con envoltorios desechables y comida lista en segundos.

Convence a los hermanos McDonald para que le permitan franquiciar esta idea y abre docenas de restaurantes en todo el país. Cuando le dicen que puede ganar dinero con el arrendamiento de los edificios, quiere romper el contrato que firmó con los hermanos ya que les ha dado el control total sobre el negocio.

Ahora, generando muchos ingresos, señala que los hermanos no pueden cubrir los costos judiciales en su contra y finalmente les compra el contrato por dos millones.

Los obliga a cambiar el nombre de su restaurante original que finalmente cierra y los hermanos nunca reciben el uno por ciento de las ganancias prometidas en un acuerdo nunca firmado oficialmente, que, en caso contrario, les habría proporcionado a cada uno 200 millones de dólares al año.