Final de El hombre que pudo reinar
(1975)
Final de El hombre que pudo reinar (1975)
"Aventura en todo su esplendor."
Título original: The Man Who Would Be King
Sinopsis
Danny Dravot y Peachy Carnehan son dos aventureros que viajan a la India en 1880 y sobreviven gracias al contrabando de armas y otras mercancías. Un día deciden hacer fortuna en el legendario reino de Kafiristán. Después de un durísimo viaje a través del Himalaya, alcanzan su meta justo a tiempo para hacer uso de su experiencia en el combate y salvar a un pueblo de sus asaltantes. Está inspirada en un relato de Kipling.
John Huston
Director
Maurice Jarre
Compositor
Oswald Morris
Fotógrafo
William Hill
Productor
Reparto principal

Sean Connery

Michael Caine

Christopher Plummer

Saeed Jaffrey

Doghmi Larbi

Jack May
Como acaba El hombre que pudo reinar
En 1885, en la India, mientras trabaja a altas horas de la noche en su oficina de prensa, el periodista Rudyard Kipling es abordado por un vagabundo harapiento y aparentemente enloquecido que se revela como Peachy Carnehan, un viejo conocido. Carnehan le cuenta a Kipling la historia de cómo él y su compañero de armas Danny Dravot, exsoldados del ejército británico convertidos en aventureros, viajaron más allá de la India hasta la remota tierra de Kafiristán.
Tres años antes, Dravot y Carnehan habían conocido a Kipling en circunstancias poco auspiciosas. Después de robar el reloj de bolsillo de Kipling, Carnehan encontró una etiqueta masónica en la cadena y, al darse cuenta de que había robado a un compañero masón, sintió que debía devolverlo. En ese momento, él y Dravot estaban trabajando en un complot para chantajear a un rajá local, que Kipling frustró haciendo intervenir al comisario de distrito británico. En un giro cómico, Carnehan chantajea oblicuamente al comisario para evitar la deportación.
Frustrados por la falta de oportunidades para cometer delitos lucrativos, en una India cada vez más civilizada y regulada -en parte gracias a sus propios esfuerzos como soldados- y con poco que esperar en el Reino Unido, excepto trabajos monótonos y mal pagados, los dos se presentan en la oficina de Kipling con un plan audaz. Renunciando a la India, se dirigirán con veinte rifles y municiones a Kafiristán, un país prácticamente desconocido para los europeos desde su conquista por Alejandro Magno. Allí ofrecerán sus servicios a un gobernante y luego le ayudarán a conquistar a sus vecinos, pero procederán a derrocarlo y a saquear el país. Kipling, tras intentar primero disuadirlos, entrega a Dravot su etiqueta masónica como muestra de hermandad.
Tras firmar un contrato de lealtad mutua y renunciar a las mujeres y a la bebida, ambos emprenden un épico viaje por tierra hacia el norte, más allá del paso de Khyber. Durante las siguientes semanas, atraviesan Afganistán, luchando contra bandidos, ventiscas y avalanchas, mientras se adentran en la desconocida tierra de Kafiristán. Por casualidad se encuentran con un soldado gurkha, Billy Fish, único superviviente de una expedición británica de hace años. Hablando inglés, así como el idioma local, Billy les allana el camino mientras comienzan su ascenso, ofreciendo primero sus servicios al jefe de un pueblo muy asediado. Cuando una fuerza ha sido entrenada con armas y tácticas modernas, la dirigen contra unos vecinos odiados. Durante la batalla, una flecha atraviesa la chaqueta de Dravot, pero éste sale ileso.
Ambos bandos le toman por un dios, aunque en realidad la punta de la flecha fue detenida por su bandolera de cuero. La victoria sigue a la victoria, y los derrotados se suman a las filas del creciente ejército. Con sus enemigos vencidos, no queda nadie que se interponga en su camino, ya que son convocados a la ciudad sagrada de Sikandergul por el sumo sacerdote de la región. Éste organiza una recreación del incidente de la flecha, para determinar si Dravot es un hombre o un dios viendo si sangra o no. Cuando le abren la camisa, se sorprenden al ver la etiqueta masónica que lleva en el cuello. Contiene el símbolo sagrado dejado por Sikander, su nombre para Alejandro Magno, que había prometido enviar un hijo para gobernar sobre ellos.
Aclamando a Dravot como rey además de dios, le muestran el tesoro real, que está lleno de cantidades inimaginables de oro y joyas que ahora son todas suyas. Carnehan sugiere que partan con todo el botín que puedan llevar en cuanto se derrita la nieve en los puertos de montaña. Sin embargo, Dravot empieza a disfrutar de la adulación de los lugareños, resolviendo sus disputas y dictando leyes, e incluso sueña con visitar a la reina Victoria como un igual. También queda impresionado por la belleza de una chica llamada Roxane, el nombre de la esposa de Alejandro, y anula su pacto de evitar a las mujeres, diciendo que se casará con ella para dejar al pueblo un heredero. Cuando se la lleva a regañadientes, intenta besarla, pero ella, aterrorizada porque el toque de un dios significa la muerte para un mortal, le muerde la mejilla. Al verle sangrar, el pueblo se da cuenta de que sólo es humano e intenta atrapar a los impostores británicos.
Superado en número en la batalla que sigue, Dravot es capturado y se le hace caminar por un puente de cuerda, donde canta con vehemencia el himno "El Hijo de Dios va a la guerra". Cuando se cortan las cuerdas, cae a miles de metros de altura y muere. Carnehan es crucificado entre dos pinos, pero al ser encontrado aún con vida a la mañana siguiente, es liberado. Tullido en el cuerpo y desquiciado en la mente por su calvario, acaba regresando a la India como mendigo. Al terminar su historia, abandona el despacho de Kipling tras dejar un paquete sobre el escritorio. Cuando Kipling lo abre, encuentra la calavera de Dravot, que todavía lleva una corona de oro.