Un día, la madre de los niños se presenta en la mansión de Albert, pero tiene malas noticias: El avión de su padre ha caído tras las líneas enemigas y ha desaparecido. Su primo Horace encuentra al Psammead y trata de diseccionarlo, pero Robert interviene y le convence de que el Psammead le conceda un deseo. El Psammead intenta utilizar su deseo para hacerle daño, por lo que Robert y sus hermanos intervienen y lo detienen, y Horace se desmaya de la impresión. Después de confiar el cuidado de Horace a su madre, los niños consiguen que el Psammead vuelva a su playa y desean que les traiga a su padre sano y salvo. Su padre aparece en la playa en su avión, pero como el atardecer está cerca, y los deseos del Psammead terminan con cada puesta de sol, le dan rápidamente su brújula antes de que desaparezca para que sepa dónde encontrarlos.

Al día siguiente, los niños se enteran por su madre de que pronto volverán a casa, a Londres. Se hacen amigos de Horace y acuerdan compartir con él el secreto de la existencia de Psammead, y entonces todos le hacen una última visita, donde le hacen una fiesta por su cumpleaños y pasan todo el día con él antes de despedirse. Al día siguiente, antes de que la familia vuelva a casa, el padre aparece vivo y sano, y todos tienen un feliz reencuentro.

Robert narra un mensaje al Psammead en el que le promete que nunca le olvidará ni las aventuras que han vivido, y vemos que la playa en la que vive el Psammead no está en otro mundo, sino que se encuentra en el fondo de los acantilados que hay detrás de la mansión de Albert.