La película está basada en la vida de Mikel Lejarza, un agente del servicio de inteligencia español a principios de los años 70. Durante el final del Estado franquista, Lejarza se infiltró en ETA, un grupo paramilitar que buscaba la independencia del País Vasco.

Obstaculizó los planes de una gran fuga de cárceles y una campaña de atentados. Los servicios secretos intentaron desmovilizarlo cuando dejó de ser útil. Sin embargo, prosiguió su misión, que se convirtió en la iniciativa gubernamental más exitosa contra ETA. La información que proporcionó fue responsable de la captura o el asesinato de una cuarta parte de sus miembros, incluidos algunos de sus miembros y dirigentes de las Fuerzas Especiales. Desestabilizó a la organización cuando era una justificación potencial para que los conservadores tomaran el poder y detuvieran el proceso de democratización.

ETA le condenó a muerte y difundió sus fotos por todo el País Vasco, con la esperanza de que alguien informara de su paradero. Mikel se cambió el nombre y la cara y desde entonces vive con una identidad falsa.