En 1856, en el condado de Schoharie, Abigail y Dyer llevan una vida aislada en el campo trabajando como agricultores. Ambos están devastados por la reciente pérdida de su joven hija Nellie.

Una nueva pareja sin hijos se muda junto a ellos. Abigail queda inmediatamente fascinada por Tallie, la esposa, y las dos mujeres entablan una rápida y profunda amistad. Abigail le confiesa a Tallie que su matrimonio con Dyer se basa en la practicidad, no en el romance, mientras que Tallie le revela que su marido Finney puede ser pendenciero y controlador.

Para el cumpleaños de Abigail, Tallie le compra un atlas que tanto había deseado. Cuando Tallie regresa a casa tras la visita de cumpleaños, se ve envuelta en una tormenta que casi la mata. Su marido se la lleva para que se recupere, y cuando vuelve es primavera y Tallie reanuda sus visitas a Abigail.

Finalmente, Tallie le revela a Abigail que sólo sueña con estar con ella. Abigail siente lo mismo y las dos se besan. Comienzan una relación sexual. Dyer, que se ha vuelto cada vez más emocional desde la muerte de su hijo, se molesta por el tiempo que Abigail pasa con Tallie. El marido de Tallie se pone igualmente celoso de las horas que ella pasa lejos de él.

Finney acaba invitando a Abigail y a Dyer a cenar, donde saca a relucir, de forma incómoda, la pérdida de su hijo y Abigail observa los moratones en el cuello de Tallie. Finney cuenta una historia morbosa sobre cómo mantuvo a su desobediente perro fuera hasta que murió congelado. Después, Tallie no la visita durante una semana. Abigail finalmente va en su busca y encuentra su casa alquilada vacía, con sólo un pañuelo ensangrentado. Aunque sospecha que se trata de una travesura, finalmente recibe una carta de Tallie en la que le informa de que se ha trasladado a 85 millas de distancia, a la zona de Skaneateles, en el condado de Onondaga.

Abigail insiste en ir a ver a Tallie y Dyer accede a regañadientes. Sin embargo, cuando llegan, Tallie ha muerto. Finney afirma que es por difteria, pero un flashback revela a Finney abrazando y bailando con Tallie hasta que ésta se desmaya.

Abigail vuelve a su vida en la granja. Ella y Dyer siguen trabajando juntos, pero cada vez están más distanciados emocionalmente. Para consolarse, Abigail se imagina asesinando a Finney un día y trata de imaginarse a Nellie y Tallie consolándose en el más allá. Cuando Dyer le pide que imagine cualquier cosa que pueda hacer para aliviar su añoranza, Abigail comienza a imaginar a Tallie en su lugar.