Varios años después de pasar cuatro años en prisión por tráfico de drogas, durante los cuales ha estudiado administración de empresas y se ha casado, el kurdo-alemán Nuri Şekerci vive felizmente con su esposa alemana, Katja, y su hijo de seis años, Rocco. Un día, Katja deja a Rocco en la oficina de Nuri, una pequeña agencia de viajes de Hamburgo, para poder pasar la tarde con un amigo. Al salir, advierte a una joven rubia que deja su bicicleta nueva frente a la tienda que se la robarán si no la cierra con llave. Cuando Katja regresa esa noche, encuentra la calle bloqueada tras la detonación de una bomba de clavos que ha matado a Nuri y Rocco. Angustiada, Katja cuenta a la policía lo de la mujer de la bicicleta y llega a creer que el atentado es obra de los neonazis.

La policía descarta un móvil yihadista, ya que Nuri no era ni religioso ni político, e inicialmente se centra en la venganza de los narcotraficantes, aunque publica un retrato robot de la mujer rubia. Después de que Katja rechace la petición de los padres de Nuri de enterrar los cuerpos en Turquía, la madre de Nuri le informa fríamente en el funeral de que su nieto seguiría vivo si Katja hubiera sido una madre mejor. Devastada, Katja se droga y más tarde intenta suicidarse cortándose las venas, pero cambia de opinión tras escuchar un mensaje de voz de su abogado Danilo Fava en el que le comunica que han capturado a dos sospechosos neonazis, el matrimonio André y Edda Möller.

En el juicio de los Möller, el padre de André, indignado por las acciones de su hijo, testifica cómo encontró bolsas de clavos, fertilizante y gasóleo en el garaje. La defensa argumenta que otra persona podría haber accedido al garaje mediante una llave oculta. Los forenses relacionan la bomba con el material encontrado en el garaje, que tiene huellas dactilares de la pareja y de un individuo desconocido, que podría haber sido un empleado de la tienda pero que, según la defensa, podría haber sido el verdadero culpable. Nikolaos Makris, propietario de un hotel griego, afirma que los Möller se encontraban en Grecia en el momento del atentado. Se revela que es miembro del partido de extrema derecha Amanecer Dorado y que a los Möller les gustaban las fotos de Facebook de él en un mitin en Alemania. Katja declara haber visto a Edda fuera de la oficina, pero la defensa pone en duda su testimonio señalando su consumo de drogas. Al no poder disipar la duda razonable, el tribunal absuelve a la pareja.

Alertada de su ubicación a través de una actualización de Facebook, Katja busca a los Möller en Grecia encontrando el hotel de Makris. Katja sigue a Makris y encuentra a los Möller viviendo en una caravana en la playa. Construye una bomba de clavos y la coloca debajo del vehículo en una mochila antes de cambiar de opinión y recuperarla. Tras unos días de reflexión, vuelve a la playa y ve a los Möller entrar en la caravana. Después de unos momentos, entra con la mochila y detona la bomba, matándose a sí misma y a los Möller.