En 1989, Josey Aimes huye de su marido maltratador de vuelta a su pueblo natal en el norte de Minnesota con sus hijos, Sammy y Karen, y se muda con sus padres, Alice y Hank. Hank se avergüenza de Josey, que tuvo a Sammy de adolescente con un padre desconocido, y cree que Josey es promiscua. Mientras trabaja lavando pelo, Josey se reencuentra con una vieja conocida, Glory Dodge, que trabaja en la mina de hierro local y le sugiere a Josey que haga lo mismo, ya que un trabajo allí paga seis veces más de lo que Josey gana ahora. El hecho de que Josey busque y consiga el trabajo hace que su relación con Hank, que también trabaja en la mina y cree que las mujeres no deberían trabajar allí, se vea afectada, por lo que ella y sus hijos se mudan con Glory y su marido, Kyle.

Josey no tarda en entablar amistad con otras trabajadoras de la mina y pronto se da cuenta de que las mujeres son blanco constante de acoso sexual y humillación por parte de la mayoría de sus compañeros de trabajo, que, al igual que Hank, creen que las mujeres están ocupando puestos más apropiados para los hombres. Josey, en particular, es objeto de Bobby Sharp, su ex novio del instituto. Josey intenta hablar con su supervisor, Arlen Pavich, sobre el problema, pero éste se niega a tomar en serio sus preocupaciones. Las mujeres sufren más acoso e incluso abusos como represalia, y Bobby difunde rumores de que Josey intentó seducirle, lo que lleva a su mujer a reñir y humillar públicamente a Josey en el partido de hockey de Sammy. Sammy empieza a resentirse por la forma en que la gente del pueblo los trata y llega a creer los chismes sobre la supuesta promiscuidad de su madre.

Josey lleva sus preocupaciones al dueño de la mina, Don Pearson, pero a pesar de que éste le asegura que está ahí para ayudar, ella llega y descubre que ha invitado a Pavich a la reunión, junto con varios otros ejecutivos y le ofrece aceptar su renuncia inmediatamente. Ella se niega y, después de que Pearson insinúe que cree en los rumores sobre su promiscuidad, se marcha desolada. Más tarde, tras ser agredida sexualmente por Bobby en el trabajo, dimite y pide a Bill White, un abogado amigo de Kyle y Glory, que la ayude a presentar una demanda contra la empresa. Bill le aconseja que reclute a otras mujeres para formar una demanda colectiva, que sería la primera de este tipo. Las mineras, sin embargo, temen perder sus empleos y enfrentarse a más acoso, por lo que Josey intenta seguir adelante con el caso sola. También descubre que Glory padece la enfermedad de Lou Gehrig y que su salud empeora rápidamente.

Alice y Hank discuten sobre la demanda de Josey, y cuando Hank sigue negándose a perdonar a su hija, Alice le abandona. En una reunión sindical, Josey intenta dirigirse a los mineros y explicarles sus razones para demandar a la mina, pero éstos la interrumpen e insultan constantemente, lo que lleva a Hank a defender a su hija y a reprender a sus compañeros por el trato que dan a Josey y a todas las mujeres de la mina. Él y Alice se reconcilian entonces. En el tribunal, el abogado de la empresa minera intenta echar en cara a Josey su historial sexual, basándose en el testimonio de Bobby de que Sammy es el resultado de una relación sexual consentida entre Josey y su profesor de instituto, Paul Lattavansky. Josey revela entonces que un día después de la escuela, donde ella y Bobby habían estado cumpliendo detención juntos después de ser sorprendidos besándose, fue violada por Lattavansky, lo que la llevó a quedar embarazada de Sammy. Hank ataca al profesor en cuestión y Bill consigue un receso después de que Josey abandone la sala.

Sammy sigue negándose a creer a su madre y huye, hasta que Kyle le insta a reconsiderar, y él y Josey se abrazan después de tener una charla. Bill interroga a Bobby y consigue que admita que fue testigo de la violación de Josey por parte de Lattavansky, pero que estaba demasiado asustado para hacer algo al respecto. Glory, que ha acudido al tribunal en su silla de ruedas y es incapaz de hablar, hace que Kyle lea una carta en la que dice que está de acuerdo con Josey, aunque todavía no es suficiente para poder presentar una demanda colectiva. Tras una pausa, muchas otras mujeres se ponen en pie, seguidas por familiares e incluso varios mineros varones que no acosaron a las mujeres. La empresa minera se ve obligada a pagar a las mujeres por su sufrimiento y a establecer una política de acoso sexual histórica en el lugar de trabajo.