Javier, guionista independiente, y Miranda, telefonista en una emisora de radio, se conocen una tarde en un grupo de terapia para combatir la adicción al sexo. La mujer de Javier le ha dejado porque fue engañado por una mujer llamada Azucena para que contara sus fantasías sexuales a través de una línea telefónica y las cintas de sus actividades imaginarias están a la venta en todo Madrid. Miranda, mientras pasea a su perro después de que su marido se haya ido a trabajar y su hija al colegio, no puede resistirse a los encuentros rápidos con los hombres.

Inmediatamente atraídos el uno por el otro, en el aparcamiento después de la sesión Javier y Miranda se meten en la parte trasera de un coche abandonado. Cuando a la mañana siguiente se encuentra un cadáver en el coche, la investigación policial la encabeza Félix, que es el marido de Miranda. Éste está encantado de imputar el asesinato a Javier, al que ha visto con Miranda.

Después de poner todas sus pastillas para dormir en la sopa de Félix, Miranda va con el equipaje y el perro al hotel donde se aloja Javier. Mientras hace el amor con ella, tiene un flashback traumático. Había ido al piso de Azucena, que le chantajeaba, y mientras hacían el amor descubrió que "ella" era un travesti. Enfurecido por esta nueva traición, la mató y puso el cuerpo en el coche. Al ir directamente al aeropuerto, Javier, Miranda y el perro suben a un avión que parece brasileño. Félix, que ha comprado un cachorro para sustituir a la mascota perdida, se encuentra con su hija al bajar del autobús escolar.