En noviembre de 1939, tras colocar una bomba casera dentro de una columna de una cervecería de Múnich, Georg Elser (Christian Friedel) intenta cruzar a la Suiza neutral, pero es atrapado en la frontera. Su bomba estalla, pero no consigue matar al líder alemán Adolf Hitler por sólo 13 minutos.

Los servicios de seguridad alemanes encuentran pruebas incriminatorias sobre Elser y lo relacionan con el intento de asesinato. Creen que Elser debe haber estado trabajando con un grupo de conspiradores y proceden a torturar a Elser. También detienen a los miembros de su familia en su pueblo natal, incluida Else Härlen (Katharina Schüttler), una mujer casada con la que Elser ha estado saliendo.

Cuando Else es llevada ante Elser, éste teme por su vida y cuenta al jefe de policía de la Kripo, Arthur Nebe (Burghart Klaußner), y al jefe de la Gestapo, Heinrich Müller (Johann von Bülow), que actuó solo, consiguiendo detonadores en una fábrica de acero y robando dinamita de una cantera cercana. Describe los dos mecanismos de relojería que construyó para cronometrar la explosión y, con suerte, matar a Hitler mientras pronunciaba un discurso. Aunque no se cree que haya intentado el asesinato solo, Elser es torturado una vez más con drogas (Pervitin), pero con el mismo resultado que antes: insiste en que actuó solo.

A través de flashbacks se sabe que Elser llegó a despreciar a los nazis y vio que había que eliminar a Hitler para salvar a Alemania. Tras su detención, Elser permaneció en campos de concentración durante cinco años y fue fusilado unos días antes de que las fuerzas estadounidenses liberaran el campo de concentración de Dachau, unas semanas antes de que terminara la guerra.

Hoy en día, Elser es considerado un héroe de la resistencia alemana de la Segunda Guerra Mundial.