La película comienza con dos niños, Nam-yi y su hermana pequeña Ja-in, perseguidos por los guardias del rey Injo y salvados por su padre Choi Pyeong-ryung, un oficial del rey Gwanghae y un hábil arquero. Envía a sus hijos a buscar un lugar de refugio con su mejor amigo Kim Mu-seon. Mientras escapan, Ja-in le ruega a su hermano que vuelva con su padre, pero Choi Pyeong-ryung es asesinado delante de Nam-yi. Nam-yi, aunque mordido por los perros guardianes, los mata y escapa con Ja-in.

13 años después, Nam-yi (Park Hae-il) se ha convertido en un hábil arquero y cazador con sus compañeros Gang-du, Gab-yong y Seo-goon, el hijo de Mu-seon. Seo-goon (Kim Mu-yeol) le cuenta que él y Ja-in (Moon Chae-won) planean casarse, con la aprobación de Mu-seon, que también es el padrino de Ja-in. Durante la boda, Nam-yi está en las montañas cazando ciervos cuando oye el estruendo de las fuerzas invasoras manchúes. Cuando Nam-yi regresa a la aldea, encuentra a su padre adoptivo asesinado y a su hermana secuestrada. Nam-yi se pone entonces en marcha para encontrar al ejército Qing y rescatar a su hermana, que fue llevada directamente al campamento del príncipe manchú Dorgon (Park Ki-woong). Después de tender una emboscada a un grupo de exploradores para obtener información, la guardia real Qing, dirigida por el comandante del ejército Jyuushinta (Ryu Seung-ryong), sale en busca de Nam-yi.

Antes de ser llevados a Manchuria, los prisioneros, liderados por Seo-goon, se rebelan, y Nam-yi llega en el momento justo para ayudarlos. Nam-yi, Seo-goon, Gang-du y Gab-yong buscan el campamento manchú, encontrándolo bien vigilado y con Ja-in aún vivo. Nam-yi captura al príncipe manchú, lo rocía con alcohol y lo mantiene como rehén hasta el amanecer para que su hermana y Seo-goon puedan escapar, prometiendo reunirse con ellos en una cabaña. A continuación, prende fuego al príncipe y a su tienda, sembrando el caos en el campamento. Al amanecer, Jyuushinta llega al campamento y encuentra al príncipe muerto, por lo que se dispone a buscar a Nam-yi. Gang-du y Gab-yong se sacrifican para que Nam-yi tenga tiempo de escapar. En un desfiladero, Nam-yi salta y es inmovilizado por los manchúes. Mientras cruzan, es capaz de matar a tres de ellos, pero pierde la oportunidad de matar a Jyuushinta.

En la cabaña de encuentro, dos manchúes tienden una emboscada a Seo-goon y Ja-in, pero los matan. Al otro lado del desfiladero, Nam-yi recibe un disparo en el brazo, pero es capaz de atraer a un tigre para que ataque a los manchúes y eludirlos de nuevo. Tras conseguir una ventaja, prepara una última emboscada y mata a dos de sus cuatro perseguidores restantes. Finalmente, prediciendo dónde se encuentra Jyuushinta, dobla la trayectoria de su última flecha, pero Jyuushinta es salvado por su último sirviente, que efectúa el disparo mortal en su lugar.

Nam-yi se aleja para encontrar a Ja-in, ya que supone que Jyuushinta está muerto. Están a punto de reunirse cuando Ja-in ve a Jyuushinta apuntando a Nam-yi desde un acantilado; pero antes de que la flecha impacte, Ja-in dispara al caballo y Nam-yi cae. Mientras Nam-yi y Jyuushinta se enfrentan, Ja-in corre entre ellos. La flecha de Nam-yi apenas toca el vestido de Ja-in, pero la de Jyuushinta encuentra su marca y se hunde en el corazón de Nam-yi. A pesar de las protestas de Ja-in, Nam-yi la saca y dispara fatalmente a Jyuushinta con ella. Mientras agoniza en el regazo de Ja-in, Nam-yi dice que deberían volver a su antiguo hogar en Hanyang. Ja-in mete a Nam-yi en un bote y ella y Seo-goon cruzan el río hacia su tierra natal.