Rafael es un carnicero amable y de buen corazón. Tiene una vida solitaria después de haberse castrado accidentalmente mientras cortaba carne varios años antes, pero anhela tener una vida familiar, un sueño que parece inalcanzable para él. Una mañana temprano, cuando conduce su camión hacia su carnicería, ve a un joven agrediendo a una mujer. Rafael no puede evitar intervenir y salta de su vehículo para ayudarla. Apiadándose de la chica, la lleva a su casa. Se llama Marina y el hombre que la golpeaba era su novio, Daniel. Marina, apodada Tuerta (porque perdió un ojo en un accidente en su infancia), le cuenta a Rafael cómo ella y Daniel crecieron juntos en un ambiente hostil en un orfanato, donde ella fue abandonada por su padre. Marina se siente unida a Daniel, ya que no tienen a nadie más. Han tenido una vida dura en la calle, y ahora que está embarazada de él, se empeña no sólo en tener el bebé, que Daniel no quiere, sino que le gustaría ofrecerle la vida familiar que nunca tuvo.

Tras saber que Daniel está en la cárcel, Rafael le propone a Marina cuidar de ella y del bebé. Ella acepta gustosa su oferta pero le advierte que Daniel tarde o temprano volverá y entonces no sabrá qué hacer. Marina y Rafael se aferran a la posibilidad de cumplir el sueño imposible que una vez tuvieron de formar una familia.

Rafael trata a la atribulada Marina con amabilidad y ella responde demostrando que hay más de una forma de ser hombre y de experimentar el amor. Así, los dos encuentran la curación y la felicidad criando a la hija de Marina, Estrella, que Rafael reconoce como propia.

Años después, su felicidad se ve amenazada por el repentino regreso de Daniel, recién salido de la cárcel. Llama a la puerta una noche, golpeado y sangrando, tal y como llegó Marina años atrás. Sólo quiere un lugar donde vivir. Aunque sabe que Marina tiene fuertes sentimientos no resueltos por Daniel, Rafael no quiere perderla y permite a regañadientes que Daniel se quede durante unos días que se convierten en semanas. Los tres adultos, solitarios y desvinculados, sólo tienen en común una vida de lucha, por lo que forman una familia incómoda.

Marina se resiste a quedarse a solas con Daniel, no es en él en quien no confía sino en sus propios sentimientos. Para ver su reacción, Rafael se va a casa de su hermana en el campo, dejando a los otros dos solos. Rafael vuelve pronto de forma inesperada encontrando a Marina y Daniel juntos en la cama. Al principio quiere que se vayan, pero finalmente llega a aceptar un acuerdo poco común y los tres permanecen juntos con su hija formando una familia incómoda. Daniel, que se hace pasar por el hermano de Marina, ayuda a Rafael en la carnicería y se instala en la vida familiar durante un tiempo. Finalmente se marcha, como Marina le ha dicho que haría en algún momento.

Sin embargo, no mucho más tarde se ve en apuros y Marina se marcha para seguirle. Rafael se queda solo para cuidar de Estrella, la hija.

Ha pasado el tiempo y viendo el telediario Rafael se entera de que Daniel ha participado en un atraco con una banda de delincuentes y está de nuevo en la cárcel. Entonces, Marina vuelve a estar con él. Está de nuevo embarazada y tienen una segunda hija.

Rafael visita a Daniel en la cárcel; entre ellos ha surgido por fin el aprecio y la comprensión. Daniel se siente derrotado, la estrella de la suerte que creía tener le ha abandonado. Fue violado en la cárcel y ahora está gravemente enfermo.

El estado de Daniel es tan grave que le dejan salir de la cárcel para pasar los días que le quedan en casa. Agradece que ahora tenga un lugar al que ir: el hogar con Rafael, Marina y sus dos hijas. El sufrimiento de Daniel es insoportable y le ruega a Marina que le ayude a morir. Sin quererlo, ella le dispara para liberarlo de su miseria. Marina muere antes de ser acusada del asesinato. Rafael se queda solo para cuidar de las hijas.