Anabel es la anfitriona de una gran cena y reconoce a una de las empleadas del catering como Chiara, la hija que no ha visto desde que la abandonó a los ocho años hace más de treinta. Se cita con Chiara para saber por qué ha reaparecido. Chiara le pide que pase 10 días con ella. El marido de Anabel y el abogado de la familia sospechan de los motivos de Chiara, pero después de que ella acepte firmar un contrato en el que renuncia a cualquier derecho que tenga como miembro de la familia, aceptan el plan. Antes de marcharse, Anabel informa a su otra hija, más joven, de que tiene una hermanastra, que le pide que sea amable con Chiara.

Chiara lleva a Anabel al campo, a una comunidad remota donde vive la casa de su infancia. Durante los días siguientes las tensiones aumentan entre las dos mujeres, y Chiara se niega a revelar lo que quiere conseguir, diciendo que no necesita ni quiere perdonar a Anabel. Chiara se emborracha durante una fiesta en el pueblo y se desmaya durante más de un día. Después de darle a Anabel un té con infusión de hongos mágicos, le dice que está gravemente enferma. Al día siguiente, durante una excursión en trineo, Chiara enferma y es llevada al hospital. El personal le informa a Anabel del estado de Chiara.

Vuelven a casa y Anabel le pregunta a Chiara cómo puede ayudarla. Chiara dice que sólo quiere una cosa y que si Anabel no lo hace puede irse. Le susurra al oído e inmediatamente después Anabel recoge sus pertenencias y se marcha. Viaja a París y se reúne con el padre de Chiara. Hablan de su relación anterior en términos desapasionados, antes de que la conversación gire en torno a Chiara. Su padre le dice que se ha ofrecido a ayudarla, pero que ella se ha negado. Anabel vuelve a la casa de campo y encuentra a Chiara desmayada pero consciente cerca de ella. La desnuda con ternura y la lleva al lago. Chiara dice que no tiene miedo y Anabel la baja lentamente al agua, manteniéndola debajo hasta que deja de luchar.