El final de La niebla
(2007)El final de La niebla (2007)
Título original: The Mist
Sinopsis
En un pequeño pueblo de Maine, estalla de repente una violenta tormenta que termina tan bruscamente como comenzó. Entonces surge una espesa niebla que va entrando en casas y supermercados, atrapando y matando a todos los que se ven envueltos por la oscuridad.
Frank Darabont
Director
Mark Isham
Compositor
Ronn Schmidt
Fotógrafo
Frank Darabont
Productor
Reparto principal
Thomas Jane
Marcia Gay Harden
Laurie Holden
Andre Braugher
Toby Jones
William Sadler
Como acaba La niebla
Nueva Inglaterra: tormenta eléctrica, una misteriosa niebla se extiende por la zona donde vive David Drayton y su familia. Por la mañana, el protagonista decide hacer un viajecito al supermercado del pueblo para comprar algunas cosas. Le acompaña su hijo de cinco años y su vecino, con el que se lleva a muerte. Poco después de llegar al supermercado Dan Miller, un hombre del pueblo, llega a la tienda ensangrentado y como loco. Las cosas empiezan a ponerse calientes, así que los responsables del supermercado deciden cerrarlo a cal y canto y esperar a ver qué pasa. No tarda mucho en sentirse algo similar a un terremoto y cada vez hay más niebla. Como salir parece ser una decisión suicida, aunque una señora se atreve, todos los que están en la tienda optan por recluirse allí hasta que la situación mejore. Pero las cosas están lejos de solucionarse…
Cuando matan a la señora Carmody, esa religiosa tan pesada a la que nos hubiera gustado pegar un tiro nosotros mismos, las cosas parecen mejorar. Por desgracia, los protagonistas están lejos de alcanzar un final feliz. Porque Frank Darabont, el director de La Niebla, que por cierto, tiene un par de huevos, decidió darle en las narices a la historia original de Stephen King y hacer un desenlace como Dios manda. Es decir, uno bien jodido.
Cerca del final, el grupo principal de protagonistas, o al menos los que quedan: David, su hijo, la chica y la pareja de abuelos, se meten en el coche y se marchan a hacer turismo. “Mira, un monstruo comiéndose a la profesora de mates”, “vamos a ver cómo se han cargado a tu madre, que vete a saber, igual está viva”.
David encuentra a su mujer muerta a causa de los ataques de las superarañas y, destrozado, continúa conduciendo a través de la niebla. Pero como el dueño del coche no había metido mucha gasolina, termina parándose. Así que la única opción para que el grupo no sea devorado por las bestias es suicidarse. Malas noticias: la pistola sólo tiene cuatro balas, y son cinco. David, que para algo es el prota, se “sacrifica” y mata a todos los ocupantes del coche, incluido su hijo. Después trata de pegarse otro tiro, pero las matemáticas son claras y las balas no se multiplican, así que termina llorando como un niño. Como no le queda otra, el protagonista sale del coche para que se lo coma algún monstruo feo.
Por suerte o por fortuna, comienzan a oírse unos ruidos: vehículos militares y soldados están eliminando a los monstruos y limpiando el lugar. David la ha cagado, y la ha cagado desde que comenzó la historia. Si se hubiera quedado en la tienda o hubiera huido con la mujer que se marchó al inicio, que por cierto sobrevive, su hijo seguiría vivo.
En el libro original la historia termina cuando el grupo, mientras conduce, escucha una transmisión de radio, aflorando en ellos un rayo de esperanza.