La película comienza con un montaje de escenas de la vida cotidiana en la Australia de los años 70: una escuela rural en el desierto, la calle principal de un pueblo del interior, un atasco en la ciudad, todo ello afectado por unas condiciones meteorológicas inusualmente adversas que aparecen de repente. Sólo los aborígenes locales parecen reconocer el significado cosmológico de estos fenómenos meteorológicos.

Durante una de estas "extrañas tormentas" en Sidney, se produce un altercado entre un grupo de aborígenes en un pub, que provoca la misteriosa muerte de uno de ellos. En la investigación del forense, la muerte se considera un homicidio y cuatro hombres son acusados de asesinato. A través del sistema australiano de asistencia jurídica, David Burton (Richard Chamberlain) es contratado para su defensa. Las circunstancias por las que fue contactado y contratado son inusuales, ya que su práctica jurídica es la fiscalidad de las empresas y no la defensa penal. No obstante, acepta el caso y sus vidas profesionales y personales comienzan a desentrañarse.

Acosado por sueños extraños, Burton comienza a sentir una conexión de otro mundo con uno de los acusados (David Gulpilil). También se siente conectado a los fenómenos meteorológicos cada vez más extraños que acosan la ciudad. Sus sueños se intensifican junto con su obsesión por el caso de asesinato, que llega a creer que es un asesinato tribal aborigen por maldición, en el que la víctima creía. Aprendiendo más sobre las prácticas aborígenes y el concepto del Tiempo del Sueño como un mundo paralelo de existencia, Burton llega a creer que el extraño clima presagia un apocalipsis próximo.

La película alcanza su clímax en un enfrentamiento entre el abogado y el chamán de la tribu en un lugar sagrado subterráneo. Al vencer al chamán, Burton escapa a la superficie, pero en el túnel pierde varias reliquias de la tribu. Tras salir de la cloaca, se desploma en la playa y se queda mirando embelesado el horizonte. La pantalla se llena con el plano de una imponente ola oceánica, aunque no queda claro si estamos presenciando la realidad o compartiendo la premonición final y apocalíptica de Burton.