Se le pide a Nemo Nadie (Jared Leto), el último mortal en la Tierra, que recuerde su vida. Da relatos contradictorios y rápidamente se revela que lo que se desarrolla a través de la película no es uno, sino todas las vidas posibles que podría haber llevado.

Su indecisión acerca de qué vida es la suya proviene de su infancia: cuando sus padres (Rhys Ifans y Natasha Little) se divorciaron, tuvo que elegir entre ellos, y ahora siempre está pensando en la elección que hizo ese fatídico día y las ramificaciones en su vida.

Entonces, en una vida, se fue a vivir con su madre y su padrastro. En otra, se quedó con su padre deprimido. En una vida, es un playboy rico con una mansión y una piscina. En otra, es un vagabundo.

Estaba casado con Jean (Linh Dan Pham); o se enamoró de su hermanastra Anna (Diane Kruger); o de nuevo podría haberse casado con la loca Elise (Sarah Polley) que murió en un extraño accidente que dejó a Nemo marcado física y emocionalmente en (una de sus) su vida; o Anna no era su hermanastra en absoluto. En varios casos, murió prematuramente. En su historia de ciencia ficción, está en una estación espacial que explota.

La película más tarde, siguiendo el ejemplo de su héroe, ofrece varias soluciones contradictorias para este rompecabezas. Podría estar sucediendo en la cabeza de Nemo, de 9 años, mientras intenta elegir entre sus padres y revisa todos los futuros posibles. O bien, todo sucedió y cada vez que Nemo llega al final de su vida, básicamente se reinicia y en realidad llegó a vivir todo lo anterior, incluida una vida en la que sus padres nunca se separaron (o es ¿fantasía?).

A medida que la película acaba, el tiempo comienza a ir hacia atrás y está implícito que Nemo tendrá otra oportunidad de vivir.

Tal vez.