En un barrio obrero del sur de Londres viven Raymond; su mujer, Valerie; el hermano de ésta, Billy; la madre de Valerie y Billy, Janet; y su abuela, Kathy. Billy es un drogadicto y Raymond lo echa de casa cuando le roba drogas. Billy sale con sus amigos heroinómanos y se inyectan juntos. La familia es disfuncional, sobre todo por el temperamento ardiente de Raymond y sus arrebatos violentos. Cuando Valerie se queda embarazada de nuevo, sigue fumando y bebiendo.

Valerie sale de fiesta y, cuando Ray ve a un atractivo amigo suyo, monta en cólera y le ordena que salga del pub y entre en el coche. De vuelta a casa, la acusa de haberse acostado con su amigo y la golpea duramente, provocando un aborto. Intenta reconquistarla, pero ella le deja y se prepara para empezar una nueva vida sin él. En un arrebato de alcohol, destroza su piso con rabia. Le dice a Mark, su amigo, que la razón de su horrible comportamiento es su propio padre abusivo, que era igual con él y su madre. Más tarde, intenta reconciliarse con Valerie; sin embargo, ella se indigna y dice que cuando llegue a los 70 años, quiere recordar esta parte de su vida, ya que ahora tiene 30, como una época en la que se divirtió. Lo que tiene en cambio es gente compadeciéndose de ella.

Valerie no quiere volver con Ray, señalando que no tienen un hogar al que volver porque él lo ha destrozado todo. Intentará encontrar a alguien con quien estar que la quiera y la trate bien. Ray va a ver a Valerie y le pregunta si todavía le quiere. Ray y Valerie finalmente vuelven a estar juntos y Ray ha arreglado el apartamento. Ray habla con la misma crudeza de siempre, pero empieza a contenerse de sus habituales arrebatos de ira. Billy, y su amigo Danny, roban a un hombre para mantener su adicción a las drogas y acaban yendo a la cárcel. Esto no sólo reúne a Ray con Valerie, sino que reúne a toda la familia. Van a visitar a Billy.