Final de Luces de la ciudad

(1931)
Final de Luces de la ciudad
"Una comedia romántica en pantomima."

Título original: City Lights

01/02/1931 (ES)Comedia, Drama, Romance87 min
Para todos los públicos
Dónde ver la película Luces de la ciudad online

Sinopsis

Un pobre vagabundo (Charles Chaplin) pasa mil y un avatares para conseguir dinero y ayudar a una pobre chica ciega (Virginia Cherill) de la que se ha enamorado.

Charlie Chaplin

Director

Charlie Chaplin

Compositor

Gordon Pollock

Fotógrafo

Charlie Chaplin

Productor

Reparto principal

Charlie Chaplin

Charlie Chaplin

Virginia Cherrill

Virginia Cherrill

Harry Myers

Harry Myers

Al Ernest Garcia

Al Ernest Garcia

Hank Mann

Hank Mann

Albert Austin

Albert Austin

Como acaba Luces de la ciudad

Ciudadanos y dignatarios se reúnen para la inauguración de un nuevo monumento a la "Paz y la Prosperidad". Después de los discursos, se levanta el velo para mostrar al pequeño vagabundo dormido en el regazo de una de las figuras esculpidas. Tras varios minutos de payasadas, consigue escapar de la ira de la asamblea para deambular por la ciudad. Reprende a dos periodistas que se burlan de él por su mala educación y, mientras admira tímidamente una estatua desnuda, tiene un encuentro casi fatal con un ascensor de la acera.

El Vagabundo se encuentra con una hermosa florista en una esquina y, mientras compra una flor, se da cuenta de que es ciega. La chica confunde al Vagabundo con un hombre rico cuando la puerta de un automóvil con chófer se cierra de golpe cuando él se marcha.

Esa noche, el vagabundo salva a un millonario borracho del suicidio. El millonario lleva al Vagabundo -su nuevo mejor amigo- a su mansión para tomar champán, y después (tras otro intento de suicidio frustrado) a pasar una noche en la ciudad. Tras ayudar al millonario a volver a casa a la mañana siguiente, ve a la florista de camino a su esquina. Consigue algo de dinero del millonario y alcanza a la chica; le compra todas las flores y la lleva a casa en el coche del millonario.

Después de que el Vagabundo se vaya, la florista le cuenta a su abuela (Florence Lee) sobre su amable y rico amigo. Mientras tanto, el Vagabundo regresa a la mansión, donde el millonario -ahora sobrio- no se acuerda de él y lo echa. Más tarde, ese mismo día, el millonario vuelve a embriagarse y, al ver al Vagabundo en la calle, le invita a su casa para una lujosa fiesta. Pero a la mañana siguiente la historia se repite: el millonario vuelve a estar sobrio y el Vagabundo vuelve a estar de patitas en la calle.

Al descubrir que la chica no está en su esquina habitual, el Vagabundo va a su apartamento, donde oye a un médico decir a la abuela que la chica está muy enferma: "Tiene fiebre y necesita mucha atención". Decidido a ayudar, el Vagabundo acepta un trabajo como barrendero.

En su pausa para comer, lleva a la niña la compra mientras su abuela está vendiendo flores. Para entretenerla, lee un periódico en voz alta; en él hay una historia sobre la cura de la ceguera de un médico vienés. "Maravilloso, entonces podré verte", dice la chica, y el vagabundo se sorprende de lo que puede ocurrir si ella recupera la vista y descubre que él no es el hombre rico que ella imagina. También encuentra un aviso de desahucio que la abuela de la chica ha escondido. Al marcharse, le promete a la chica que le pagará el alquiler.

El vagabundo vuelve al trabajo y se encuentra con que ha sido despedido, ya que ha llegado tarde demasiadas veces. Un boxeador le convence para que luche en un falso combate; se "facilitarán" el uno al otro y se repartirán el dinero del premio. Pero el boxeador huye al enterarse de que está a punto de ser arrestado y es sustituido por un boxeador sin pelos en la lengua que noquea al Vagabundo a pesar de los creativos y ágiles esfuerzos de éste por mantenerse fuera de su alcance.

El Vagabundo se encuentra por tercera vez con el millonario borracho y es invitado de nuevo a la mansión. El vagabundo le cuenta la situación de la chica y el millonario le da dinero para su operación. Los ladrones golpean al millonario y se llevan el resto del dinero. La policía encuentra al Vagabundo con el dinero que le dio el millonario, que debido al golpe en la cabeza no recuerda haberlo dado. El Vagabundo evade a la policía el tiempo suficiente para hacer llegar el dinero a la chica, diciéndole que se marchará durante un tiempo; a su debido tiempo es detenido y encarcelado.

Meses después, el vagabundo es liberado. Va a la esquina habitual de la chica, pero ella no está allí. Nos enteramos de que la muchacha, que ha recuperado la vista, tiene ahora una concurrida floristería con su abuela. Pero no ha olvidado a su misterioso benefactor, al que imagina rico y guapo: cuando un joven elegante entra en la tienda, se pregunta por un momento si "él" ha vuelto.

El vagabundo pasa por la tienda, donde la chica está arreglando flores en el escaparate. Se inclina para recoger una flor tirada en la cuneta. Después de una breve escaramuza con sus viejos enemigos, los repartidores de periódicos, se vuelve hacia el escaparate de la tienda, a través del cual ve de repente a la chica, que le ha estado observando sin saber (por supuesto) quién es. Al verla, se queda congelado durante unos segundos y luego esboza una amplia sonrisa. La chica se siente halagada y ríe a su empleado: "¡He hecho una conquista!". Mediante una pantomima a través del cristal, le ofrece una flor fresca (para reemplazar la aplastada que cogió de la cuneta) y una moneda.

Avergonzado de repente, el vagabundo comienza a alejarse, pero la chica se acerca a la puerta de la tienda y le ofrece de nuevo la flor, que él acepta tímidamente. Ella toma su mano y presiona la moneda en ella, luego se detiene abruptamente y su sonrisa se convierte en una mirada de perplejidad al reconocer el toque de su mano. Recorre con sus dedos su brazo, su hombro, sus solapas, y luego jadea: "¿Tú?". El vagabundo asiente y pregunta: "¿Ahora puedes ver?". La chica responde: "Sí, ahora puedo ver", y aprieta la mano de él contra su corazón con una sonrisa llorosa. Aliviado y eufórico, el Vagabundo le devuelve la sonrisa.