Tras dejar su trabajo como bibliotecaria escolar, Prudence Bell (Suzanne Pleshette) abandona Nueva Inglaterra para pasar unas vacaciones en Roma. Durante el viaje, entabla amistad con Albert Stillwell (Hampton Fancher), un tímido estudioso de la antropología, y con Roberto Orlandi (Rossano Brazzi), un italiano mujeriego de mediana edad que, al llegar a Roma, presenta a los dos estadounidenses a una condesa que alquila habitaciones en su villa a los turistas. Una vez que Prudence se instala allí, encuentra trabajo en una librería americana y más tarde conoce al apuesto estudiante de arquitectura Don Porter (Troy Donahue), uno de los varios americanos que también se alojan en la villa. Don, que se está recuperando de una relación fallida con una rubia tentadora llamada Lyda (Angie Dickinson), mantiene las distancias al principio. Pero poco a poco ve a Prudence como una curiosidad refrescante con su visión aventurera de la vida. Con el tiempo, los dos pasan tiempo juntos, haciendo turismo por Roma en coches de caballos y en la vespa de él. Mientras los dos disfrutan del almuerzo un día, Don compra un candelabro, símbolo de la integridad de Don por su aspecto dorado. Más tarde, mientras cenan esa noche, Don presenta a Prudence al famoso trompetista de Nueva Orleans Al Hirt, que les invita a un local de jazz para su actuación nocturna.

Semanas más tarde, cuando la librería cierra por vacaciones de verano, Don y Prudence recorren los parajes del norte de Italia, entre ellos los Alpes italianos y la ciudad de Verona con su balcón de Romeo y Julieta. Pero a su regreso a Roma, Prudencia se encuentra con Lyda, antiguo amor de Don, que recientemente se ha visto envuelta en una relación abusiva con un cruel y posesivo industrial italiano. Es obvio que Lyda quiere reavivar su relación con Don cuando intercambia continuamente insultos con Prudence durante la cena. Al no tener noticias de Don durante tres días, Prudencia asume que Lyda ha recuperado a Don y decide seguir adelante. Consiente en acostarse con Roberto Orlandi, el agresivo italiano que conoció en el barco. Pero Roberto le revela que Don se ha quedado con él (y no con Lyda) los tres días anteriores para reflexionar. Don le había hablado a Roberto de su amor por Prudencia, pero luego recibió un telegrama urgente de Lyda, citándole en un hotel. Al enterarse, Prudencia comienza a planear su regreso a América.

Mientras tanto, en el hotel donde se alojan Lyda y su nuevo marido, ella le dice a Don que se casó con el industrial, pero sólo por dinero y posición. Además, Lyda le ruega a Don que la ayude a liberarse de su prisión palaciega. Al darse cuenta de que planea utilizarlo como medio para un fin egoísta y de que no siente verdadero afecto por él, Don se marcha a Roma. Pero a su llegada, descubre demasiado tarde que Prudence ha tomado un tren hacia la costa para embarcarse de vuelta a Estados Unidos. Días después, al llegar a Nueva York, Prudence ve a sus padres desde la borda del barco y comienza a desembarcar. Sin embargo, al bajar por la pasarela, se da cuenta de que un candelabro y un ramo de rosas se abren paso entre la multitud. Como sospecha, los lleva Don. Se abrazan y él le habla de su amor y le pide que se case con él.