Michael es un corredor de seguros austriaco de modales suaves e introvertidos que lleva una vida aparentemente intrascendente; tiene muy poco contacto social más allá de su cariñosa familia y, hasta cierto punto, de algunos de sus compañeros de trabajo -sobre todo una compañera muy habladora llamada Christa (Gisela Salcher) parece haberse interesado por él, a lo que él no reacciona-, vive solo en una casa y se mantiene al margen.

Lo que nadie sabe es el horrible secreto que Michael alberga en el sótano insonorizado de su casa: un niño de 10 años llamado Wolfgang, al que David ha mantenido encerrado durante muchos meses. Durante el día, Wolfgang está permanentemente en el pequeño sótano, detrás de una puerta metálica reforzada y fuertemente cerrada. Por la noche, después de que Michael selle la casa para que no se vea desde fuera, permite que Wolfgang suba al piso superior, donde, en una interacción más bien incómoda y casi silenciosa entre padre e hijo, cenan, hacen algunas tareas y ven la televisión juntos. Wolfgang suele ser huraño y callado, visiblemente traumatizado por su terrible experiencia.

Aunque NO se muestran escenas de violencia, hay fuertes insinuaciones al respecto.

Michael ha hecho creer a Wolfgang que sus padres no lo quieren de vuelta e incluso intenta "conseguirle un compañero de juegos" (intenta infructuosamente atraer y arrebatar a otro chico en un estadio local, para evitar que Wolfgang intente escapar).

Durante el cautiverio de Wolfgang, a Michael se le ven algunas situaciones que lo ponen, de una manera u otra, a punto de ser descubierto: es atropellado por un coche mientras cruza una calle y tiene que pasar unos días en el hospital para recuperarse del todo; Wolfgang enferma y, para evitar exponerlo acudiendo a un hospital, Michael decide cavar un agujero en el bosque para enterrar a Wolfgang en caso de que el chico muera -pero se recupera-; y, de forma inesperada, poco después de un viaje de esquí en el que pasaron un tiempo juntos -e incluso intentaron tener sexo, sin éxito-, Christa se presenta en casa de Michael y éste la echa violentamente de la casa. Mientras tanto, aunque Wolfgang parece sumiso y adaptado a su situación -salvo ocasionales arrebatos contra Michael-, a veces se le ve llorar, visiblemente desesperado y deseando que este calvario termine.

Una noche, al regresar Michael de una fiesta, cuando baja a ver a Wolfgang, éste le arroja una olla de agua hirviendo a la cara, quemándole gravemente; a continuación se produce una breve refriega, en la que Wolfgang intenta huir, pero Michael, a pesar de haber quedado casi totalmente ciego, lo domina y lo encierra de nuevo en la habitación secreta. Se cura las quemaduras e intenta conducir hasta el hospital, pero muere al perder el control del coche y estrellarlo.

Se ve a la gente presentando sus respetos a los angustiados familiares de Michael en su funeral, y el párroco lo elogia. Después, se ve a los familiares discutiendo sobre cómo manejar la casa y las pertenencias de Michael. Su cuñado (Victor Tremmel) y su madre van a la casa para llevar la escritura.

Hacia el final de la película, la madre baja al sótano, contempla el contenido y, cuando el cuñado le pide una bolsa extra y ella vuelve a bajar por segunda vez a buscarla, se fija en la puerta asegurada de la habitación donde está Wolfgang. La pantalla se queda en negro justo en el momento en que ella abre la puerta para ver el interior de la habitación; nos queda deducir si descubre a Wolfgang y si está vivo o muerto.