See For Me, de Randall Okita, es un thriller de invasión doméstica con una vuelta de tuerca, aunque hay que reconocer que no se aprovecha tanto como podría. Sin embargo, es una visión bastante fresca del género, filtrando el viejo marco a través de la lente de la discapacidad, como en Hush, y mezclando algunos detalles tecnológicos que añaden nuevas aristas a la fórmula. Siguiendo a Sophie (Skyler Davenport), una ex aspirante a esquiadora olímpica amargada y resentida que se ha convertido en cleptómana debido a la pérdida de la vista, la película narra una larga y fría noche en una lujosa mansión con paredes de cristal asediada por ladrones que intentan hacerse con las montañas de dinero en efectivo de la caja fuerte de la propiedad.

Sophie tiene la costumbre de hacer de canguro en estas lujosas propiedades, sobre todo para poder robar objetos lo suficientemente caros como para obtener un beneficio, pero no tan caros como para que se pierdan. Utiliza a su amigo Cam (Keaton Kaplan) como valla, pero también como guía virtual que le ayuda a recorrer las amplias casas y a encontrar objetos como botellas de vino viejas que pasen la prueba. Sin embargo, él se muestra reacio, ya que Sophie, que no necesita realmente el dinero, se arriesga evidentemente por el resentimiento de su situación. Es despectiva con su madre sobreprotectora, agresiva con Cam y ferozmente independiente, a veces en su propio detrimento. Todo esto se vuelve peligrosamente relevante cuando unos ladrones irrumpen en la propiedad que Sophie cuida para Debra (Laura Vandervoort), una divorciada acomodada que se ha ido de vacaciones en solitario para aliviar su reciente separación.

El único salvavidas de Sophie es Kelly (Jessica Parker Kennedy), una ex-militar con la que está conectada a través de una aplicación llamada See For Me, que está basada en una real llamada Be My Eyes. Después de ayudar a Sophie a volver a entrar en la propiedad tras quedarse fuera, acude al rescate cuando Sophie la llama para decirle que hay intrusos en la casa.

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El problema es que Sophie no sigue bien los consejos. Hace caso omiso de las instrucciones de Kelly y sale corriendo hacia la puerta, donde es rápidamente capturada por los ladrones, entre los que se encuentran Dave (Joe Pingue), un nervioso ladrón de cajas fuertes, Otis (George Tchortov), el músculo ligeramente desquiciado, y Ernie (Pascal Langdale), el segundo al mando que sólo responde ante su jefe, Rico (Kim Coates), del que no hace falta ser muy perspicaz para descubrir que es el marido del que se está divorciando Debra.

Aquí es donde entra en juego la ambigüedad moral de Sophie. Como ya está en la casa para robar cosas, y es incapaz de identificar a los autores, se ofrece como socia en igualdad de condiciones en el plan si ayuda a deshacerse del agente de policía que la atiende, el ayudante Brooks (Emily Piggford), que está investigando la llamada inicial que hizo al 911. Sin embargo, esto no sale como estaba previsto y el ayudante Brooks acaba muerto, lo que hace que Sophie vuelva a esconderse y se dirija de nuevo a Kelly.

Armada con la pistola de Brooks, Kelly conduce a Sophie por la casa como Doomguy, dirigiéndola para que abra fuego contra los intrusos como si fuera la protagonista de un shooter en primera persona. La moralidad de todo esto no se cuestiona en la película. Sophie se siente visiblemente incómoda con el acto, pero aprieta el gatillo, de todos modos, matando a Ernie, Otis y, finalmente, a Dave antes de que su teléfono se apague, dejándola a merced del propio Rico, que llega para acabar con ella y hacerse con el botín.

Tras una refriega, Sophie consigue derribar a Rico y sobrevive a la prueba. Es más, sale de ella con una nueva aceptación de su discapacidad y con ganas de vivir, lo que la lleva de nuevo a las pistas de esquí, ayudada tanto por Cam como por Kelly, que obviamente se ha convertido en una amiga personal. Sin embargo, no parece que haya superado del todo su deseo de obtener un poco de beneficio adicional. Aun así, los ricos no la echarán de menos, ¿verdad?