Mikael ha pedido una excedencia en el trabajo porque cree que necesita un cambio de vida. Se queda en casa con su mujer Sigrid y su hija Selma. El hermano de Sigrid, Frederick, es un científico y necesita sujetos para probar un antidepresivo experimental, para ver si hay efectos secundarios. Mikael decide ofrecerse como voluntario para las pruebas sin decírselo a su mujer y a su hija. Durante el proceso, escribe un diario sobre cómo se siente cada día y sobre los efectos de los medicamentos. Las pastillas le hacen sentirse poco a poco más libre, como si no tuviera límites. Abandona la casa que su mujer heredó de su padre y se marcha a la antigua casa rural de su madre.

El equipo de Frederick cierra el experimento después de que varios de los sujetos comiencen a mostrar un comportamiento agresivo y violento, incluido Mikael. Éste se niega a dejar de lado la libertad que cree que le dan las pastillas, y sigue tomándolas en secreto, lo que le lleva a traspasar los límites sin importarle las personas a las que hace daño en el proceso. Empieza a estar resentido con su mujer y comienza a someterla a la luz de gas, primero escaldándola en la ducha al subir la temperatura del agua, y más tarde soltando ratas en el dormitorio mientras ella duerme. También asusta a una joven para que se exponga a él mientras le da un paseo, y seduce a la mujer de Frederick.

Cada vez más perturbado por sus propios actos, Mikael se prepara para confesar a Frederik. Pero antes de que pueda reunir el valor necesario, Frederik le revela que Mikael ha recibido píldoras placebo todo el tiempo porque no quería exponer a su cuñado a drogas inseguras. Selma lee el diario de Mikael y, presa del pánico, éste la encierra en la sauna cuando amenaza con contárselo a su madre. Sigrid, a la que le han dado un somnífero, se despierta y lucha con Mikael, pero éste le da un puñetazo y la encierra en el arcón congelador. Mikael decide huir, dejando a su mujer y a su hija atrapadas. Poco después de marcharse, Sigrid escapa del congelador y deja libre a Selma.

La película termina con Mikael, que se encuentra en una estación de tren después de visitar a su madre en una residencia de ancianos. Expresa su tristeza por haber dejado a su familia y señala que todavía está intentando averiguar cuándo y por qué las cosas empezaron a ir mal para él, pero los recuerdos siguen siendo desagradables de contemplar.