La película sigue el secuestro de Carla (Maestro) y su novio cuando son secuestrados repentinamente en Caracas, Venezuela. Carla (Mía Maestro) y Martín (Jean Paul Leroux) son una joven pareja de clase alta que acaba de salir de una noche de baile y fiesta cuando se cruzan con Trece (Carlos Julio Molina), Budu (Pedro Pérez) y Niga (Carlos Madera), tres hombres que se ganan la vida secuestrando a jóvenes desprevenidos para extorsionar a sus padres ricos.

Carla y Martín se convierten en sus próximas víctimas y son enviados a un aterrador viaje nocturno a través de Caracas mientras esperan que el padre de Carla, Sergio (Rubén Blades), les entregue veinte mil dólares, una cantidad pequeña para un caraqueño rico, pero el equivalente a más de 8 años de salario mínimo venezolano.

Los dos están heridos emocional y físicamente, pero pronto entablan una relación con sus captores para tratar de escapar. Sin embargo, ninguno de sus planes da resultado. Continúan en el Land Cruiser, escuchando y comprendiendo, aunque sea ligeramente, el punto de vista de su captor. A través de los numerosos contratiempos que encuentran, comienzan a establecer, aunque sea de forma aterradora, un vínculo con los secuestradores.

Martín huye de los secuestradores en una plaza abarrotada, y le dice a Niga que mate a su novia, abandonándola. Sin embargo, pronto es apresado por uno de sus compinches y devuelto a ellos y asesinado en el maletero de un taxi.

Después de que su padre pague el rescate, los secuestradores discuten acaloradamente sobre su destino, entre el asesinato, la violación y la liberación. Trece paga parte de su parte a los otros para que la liberen ilesa, y Carla es liberada pronto, sólo para ser encontrada por otro grupo de secuestradores. Sin embargo, Trece vuelve al lugar y les dispara, liberándola de nuevo en ese momento. En la escena final se la puede ver con un atuendo mucho más modesto y un coche poco elegante, continuando su trabajo con niños enfermos y empobrecidos.