Carly Norris (Sharon Stone), una editora de libros y divorciada de treinta y tantos años, se muda al exclusivo edificio "113" de Nueva York. Conoce a otros inquilinos, como Zeke (William Baldwin), un diseñador de videojuegos; Jack (Tom Berenger), un novelista; Vida (Polly Walker), una modelo de moda que trabaja como prostituta; y Gus (Keene Curtis), un profesor de videografía en la Universidad de Nueva York. Le dicen a Carly que tiene un gran parecido con Naomi Singer, la anterior inquilina de su apartamento que cayó al vacío desde su balcón.

Tras cruzarse con Zeke en numerosas ocasiones, Carly le invita a su fiesta de inauguración. Poco después comienzan una relación sexual. Mientras tanto, Jack comienza a acosar a Carly y a advertirle sobre Zeke, de quien dice que está "enfermo". Mientras el comportamiento de Jack se vuelve más errático, Gus y Vida mueren en circunstancias sospechosas. Zeke le revela a Carly que es el dueño del 113, que compró con la herencia de su acaudalado padre. Como propietario del 113, Zeke instaló un completo sistema de videovigilancia en todo el edificio, lo que le permite espiar a todos los inquilinos del 113 desde su propia sala de vigilancia secreta. A través de la deducción y eventualmente de una de las grabaciones secretas de Zeke, Carly se entera de que Jack mató a Naomi en un crimen pasional. Jack estaba celoso de Zeke, que mantenía relaciones sexuales con Naomi y otros inquilinos del 113. Finalmente, Jack ataca a Carly en su propio apartamento, y ella lo mata a tiros.

Enfadada con Zeke por ocultar pruebas en el asesinato de Naomi, y celosa de sus relaciones con los otros inquilinos, Carly destruye la sala de vigilancia de Zeke, le dice que "se busque la vida" y se marcha.