Final de Soñar no cuesta nada
(2006)Final de Soñar no cuesta nada (2006)
"¿Qué haría usted si se encontrara 46 millones de dólares?"
Título original: Soñar no cuesta nada
Sinopsis
La historia basada en hechos reales ocurridos en Colombia en Mayo del 2003, narra los sueños y aventuras de Porras, Venegas, Lloreda y Perlaza, cuatro de los soldados que conforman el batallón de la compañía contraguerrilla “Destroyer”, que descubren una caleta enterrada con más de 46 millones de dólares de las FARC. Comienza el desespero cuando se dan cuenta que están totalmente aislados pues el puente, único medio de comunicación con la civilización acaba de ser dinamitado; todo es irónico casi surrealista. Los soldados no tienen comida, ni agua, ni papel higiénico pero duermen encima de sus morrales repletos de dólares. Su gran reto: llegar a la civilización y hacer realidad sus sueños.
Rodrigo Triana
Director
Jörg Hiller
Escritor
Sergio García
Fotógrafo
Clara María Ochoa
Productor
Reparto principal
Diego Cadavid
Marlon Moreno
Juan Sebastián Aragón
Manuel José Chaves
Verónica Orozco
Carolina Ramírez
Como acaba Soñar no cuesta nada
La película comienza con una joven madre llamada Herlinda (Carolina Ramírez) y su hija de 6 años Simona que llega a un remoto pueblo del sur de Colombia, Herlinda pide a un tendero ir al pueblo de Coreguaje pero un conductor acepta llevarlas pero luego se niega a ver a la señora pero ella tenía poco dinero y Simona lo convence.
Al ser llevadas por el chofer, Herlinda lee una carta de su esposo Elmer Porras, soldado del ejército nacional de Colombia, quien hace varios días había perdido los ahorros de toda su vida entre Herlinda y un negocio inmobiliario que resultó en una estafa que llevó a la familia a una posible quiebra.
La historia se traslada a unos días atrás en los soldados se enfrentan a la última tentación, que afecta a sus normas éticas de diferentes maneras. Justo Perlaza (Carlos Manuel Vesga), Silvio Lloreda (Diego Cadavid), Nelson Venegas (Juan Sebastián Aragón) y Porras (Manuel José Chaves) son cuatro soldados del Ejército de Colombia que forman parte de una unidad de contraguerrilla dedicada a perseguir a los revolucionarios que se han instalado en las selvas del país. Porras está casado y es un dedicado hombre de familia, mientras que los otros son solteros y les gusta la fiesta cuando no están de servicio. Los cuatro soldados visitan un burdel en un pueblo cercano al batallón, en dicho lugar los soldados inician un revuelo por la obsesión de Perlaza hacia una atractiva prostituta conocida como Dayana (Verónica Orozco). Al día siguiente los soldados disparan un combate antiguerrillero contra un frente de las FARC que logra escapar del cerco. Después de limpiar tras una emboscada de los guerrilleros, a pocos metros del lugar de la batalla, los soldados encuentran un campamento guerrillero cuyos ocupantes antes de huir tenían pocas provisiones, teniendo que alimentarse de agua azucarada y monos, y cerca del campamento los soldados se apoderaron de un pequeño arsenal de los guerrilleros, pero Solorzano observa que varios soldados de la tropa sufren de diarrea y malaria y pide apoyo aéreo para sacar a los soldados y el Mayor Loaiza (Julio Correal) advierte que el transporte no puede enviarlos fuera de la selva por cuestiones climáticas.
Pocos minutos después los soldados se enteran de que su misión no es sólo combatir a los guerrilleros sino rescatar a los ingenieros norteamericanos secuestrados por la guerrilla, orden que Venegas reprende al teniente Solórzano (Marlon Moreno) quien en su posición le recuerda su deber como soldado. Los soldados también escasos de provisiones cenan esa misma noche arroz con carne de mono pero dicha situación empieza a decepcionar a los soldados, y al momento Perlaza excretando a pesar de la diarrea fija su cuchillo de supervivencia en algo que parece ser minas antipersonales pero para su sorpresa es el escondite de una enorme cantidad de dinero oculto en una lata. Perlaza informa del descubrimiento a sus amigos que a primera hora de la mañana descubren no sólo el dinero en la lata sino más dinero contenido en más latas. El único en rechazar el dinero es Porras, pero accidentalmente Lloreda activa una mina provocando una pequeña explosión que alerta a los soldados. Solorzano descubre fragmentos de billetes que caen como resultado de la explosión, Solorzano descubre a sus soldados hace un sorprendente descubrimiento: varias tinas enterradas en la selva que contienen 40 millones de dólares en efectivo, escondidos por los capos de la droga en connivencia con la guerrilla. Mientras Porras sostiene, como era de esperar, que deben dejar el dinero y contárselo al teniente Solórzano, los demás quieren apropiarse de la fortuna. Los soldados deciden no apropiarse sólo sino también repartir entre si los mismos pesos colombianos y los dólares contenidos. Porras insiste en reportar el dinero al mando del batallón sus compañeros rechazan su sugerencia sabiendo que en un país tan corrupto dicho dinero pasaría a manos de políticos corruptos pero Porras insiste en reportar el dinero al mando del batallón pero sus compañeros rechazan su sugerencia sabiendo que en un país tan corrupto dicho dinero pasaría a manos de políticos corruptos, Solorzano ordena a Porras que guarde silencio y Porras a su vez rechaza su parte del botín por principios pero Perlaza intenta en vano convencerle de que le puede servir el dinero después de lo que había perdido en el negocio inmobiliario. En los días siguientes los soldados invierten el dinero en cada una de las necesidades básicas, también cambian pesos por dólares, apuestan y finalmente utilizan algunos dólares para alimentar un fuego. Sin embargo, los soldados empiezan a perder la paciencia no sólo por la falta de comida sino también por el deseo de ir a una ciudad o pueblo cercano e invertir dinero. En un viaje en helicóptero para ver el cielo, Venegas dispara su arma para llamar la atención lo cual falla e insiste al Teniente Solorzano para que pida al batallón el transporte aéreo pero Solorzano le responde que no puede enviar al batallón después de llamarlo varias veces, Venegas se desespera disparando a su propia pierna, dando así la razón al Teniente Solorzano para que saque al pelotón de la selva.
Solorzano llama al batallón argumentando que tras un acoso de la guerrilla uno de los soldados había resultado herido y el alcalde Loaiza decide enviar helicópteros para traer a los soldados. Solorzano exige a los soldados que escondan el dinero para que nadie del batallón sospeche. Media hora después llegan dos helicópteros, uno que recoge las armas incautadas y al herido Venegas, el otro recoge al pelotón. Este helicóptero no llega al aeropuerto militar sino a una carretera que les llevaría al batallón, por lo que los soldados deben ir al aeropuerto militar.
Los soldados descubren por el camino una pequeña tienda en un pueblo, y los soldados pagan una gran suma de dinero a la tendera (Gloria Gómez) que les da pan, guiso, fruta, refrescos, etc. alimentos que disfrutan los soldados. Pronto Solorzano se comunica de nuevo con el batallón y el Mayor Loaiza exige que el batallón de tropas llegue pronto, sabiendo que caminando no llegarían, Solorzano llega con la tropa a un descanso y paga a un chofer (el mismo que trae días después Herlinda) y a un camionero (Álvaro Rodríguez) para que los lleve al aeropuerto militar. Durante el viaje Perlaza argumenta que la Virgen María le había dado el dinero en la selva.
Poco después el jefe del aeropuerto militar exige al capitán (Ramsés Ramos) que haga una requisa para estar seguro de que los soldados no habían robado los fusiles AK47 pero los soldados empiezan a tener miedo de ser descubiertos, pero Porras al no aceptar el dinero va de primero a la requisa sin que el capitán encuentre nada más que el hedor de su mochila. Pero en el momento de la requisa a Lloreda, el teniente Solorzano recibe una llamada del alcalde Loaiza que exige ver pronto a las tropas, por lo que los soldados se dirigen al avión Hércules en ruta hacia el batallón. Porras es aclamado por los soldados por haber pasado primero por la requisa, y en el alegre momento en que los soldados cantan el himno de las fuerzas militares de Colombia, un enfadado Lloreda amenaza con detonar una granada debido a que alguien le había robado su parte del dinero, sus compañeros le piden que no lo haga y se descubre que el cabo Cataño robó el dinero por lo que Solorzano le exige que lo devuelva a lo que Cataño se niega y subestima que Lloreda haga explotar la granada pero Lloreda tira del pincho de la granada pero es detenido por otros soldados.
Los soldados llegan ilesos al batallón y se acercan a las habitaciones donde Venegas había llegado antes después de ser atendido de su pierna herida, Perlaza intenta contarle lo que había pasado en el avión. Por su parte Lloreda es enviado a psicología y el psicólogo trata de investigar sobre su comportamiento en el avión que pudo haber desencadenado una tragedia, pero Lloreda responde sufrir estrés postraumático a causa de los combates en la selva. Al momento que Lloreda llega a los dormitorios donde sus compañeros sospechan y temen que los haya traicionado, Lloreda niega haberlo hecho. El Teniente Solorzano le cree, ya que si los hubiera traicionado, la policía militar ya estaría requisando las camas y los enseres, Solorzano le devuelve el dinero y se le exige silencio mientras pediría un permiso al Mayor Loaiza para que los soldados puedan salir por los alrededores y sacar el dinero, lo que consigue al momento; Loaiza ha dado un permiso de salida por un día, por lo que Solorzano exige a los soldados que no llamen la atención con el dinero porque causaría un efecto dominó que los jodería a todos.
Lloreda, Perlaza, Porras y Venegas van en un taxi a la ciudad y Venegas le da al chofer (Frank Beltrán) un fajo de billetes para que los acompañe todo el día. los cuatro soldados gastan el dinero en ropa fina y deportiva, en relax en un spa y en un elegante restaurante. Porras siendo el único que no tenía dinero fue invitado por sus amigos y a su lado Lloreda compra una camioneta de lujo. Finalmente los otros 4 soldados acompañados de sus parejas llegan al burdel y tomando más fajos de billetes pagan al dueño (Federico Lorusso) para organizar una fiesta privada. Perlaza va a la habitación donde se encuentra Dayana que estaba a punto de tener sexo con otro hombre, pero Perlaza echa al hombre de la habitación y le da dinero. Dayana le reclama por su acción y Perlaza le contesta que no quiere sexo con ella sino que quiere tener una relación seria con ella, declarando su amor, Dayana se sorprende de sus palabras y viendo que como soldador un sueldo escaso no sería posible tener una relación estable pero Perlaza le muestra todo el dinero que tenía de la cala, por lo que ambos tienen sexo. Mientras tanto en el bar, los soldados y el chofer disfrutan de la extravagante fiesta y Perlaza da la noticia de su posible compromiso con Dayana. Porras es el único que no está por la labor de las prostitutas siendo fiel a sus votos matrimoniales y abandona la fiesta prometiendo cuidar siempre de sus amigos.
Herlinda y Simona continúan su viaje aún leyendo la carta de su marido llegando a un pequeño pueblo y un cochero se ofrece a acercarla lo más posible a la acera, en la carta según Porras a pesar de la alegría ya pasan 'de la risa al llanto'.
La fiesta en el burdel continúa hasta el amanecer. Un sargento del batallón avisa a su superior de una llamada anónima en la que se hacen graves acusaciones contra un soldado; Perlaza despierto en la habitación descubre que Dayana se ha ido y que ha robado el dinero, intenta pedirlo, pero Perlaza es detenido por los hombres de la policía militar y al saber que Dayana no sólo había robado, también le ha traicionado.
Mientras tanto Lloreda llega el batallón en su nueva camioneta por lo que golpea la entrada del soldado quien alerta al alcalde Loaiza. Posteriormente, otros soldados intentan entrar al batallón pero son inmediatamente detenidos, Venegas desde el taxi al ver esta situación sabe que también lo van a atrapar e intenta huir, no sin antes esconder el dinero dentro de un televisor y envía a su familia con órdenes expresas de no encenderlo, pero su hermano menor ignorando la situación enciende el televisor, y el televisor explota lo que desata la ira del papá de Venegas. Posteriormente Venegas es detenido y llevado en la misma camioneta que segundos antes Perlaza quien insta a su amigo a huir. Lloreda es llevado a juicio siendo juez el Mayor Loaiza. Lloreda niega saber sobre el dinero de la guerrilla argumentando comprar la lujosa camioneta con los ahorros del sueldo, pero Loaiza no le cree ya que un soldado gana menos de un salario mínimo. Entonces un soldado entra en el ala de la sala informando al Mayor Loaiza que no había encontrado nada en las pertenencias de Lloreda ni en la camioneta salvo una cámara cuyo rollo es enviado a revelar por el Alcalde. Lloreda comienza a temer y en este rollo fotográfico hay fotos comprometedoras de él y de los soldados en la selva con el dinero, el Mayor Loaiza le ofrece a Lloreda traicionarse para negociar ya que estaba comprometido hasta el cuello. Posteriormente Loaiza interroga a Venegas por quien antes sentía admiración pero luego decepción al saber que se había apoderado de ese dinero ilegal. Venegas se defiende argumentando que volvería a tomar el dinero en la misma oportunidad para financiar su carrera como funcionario. El alcalde Loaiza advierte a Venegas que con esa decisión arruinaría su carrera pero Venegas hace un escándalo y se niega a revelar el paradero del dinero. Los soldados son encarcelados pero Lloreda es conducido por soldados de la policía militar y sus compañeros creen que los traicionó excepto Perlaza y Venegas que saben que Dayana fue quien los traicionó pero eso no le importa a Perlaza que cree que lo que le pasó a ella valió la pena.
Porras adivinando lo que iba a pasar decide desertar del ejército. Su esposa Herlinda llega a la tienda donde él y los otros soldados habían comido y habían dado grandes sumas de dinero por el servicio. Mientras Simona estaba con el tendero para beber agua, Herlinda se entera del escándalo por las noticias de la radio de los soldados que habían encontrado el alijo de dinero de las FARC cuya cantidad máxima era de 40 millones de dólares. Porras días antes envía la carta a su esposa, quien había estado leyendo todo este tiempo a Herlinda sobre esta aventura. Por instrucciones de su esposo en esa carta, Herlinda va a un baño improvisado donde en medio de tres rocas encuentra una mochila con muchos fajos de dinero en efectivo, en otra carta dentro de la bolsa, Porras en esa carta reconoce haber tomado su parte del dinero, que había tratado de dar a Solórzano y Perlaza. Porras acepta que el dinero robado pero sabiendo lo que había tomado necesita de su esposa e hija, pero sin embargo Porras las quiere y se comunica con ellas pronto. Herlinda rompe a llorar pero disimula ante su hija y le dice que pronto verán a su marido y a su padre y que ambos caminarán por el horizonte.
La película termina con Perlaza, Venegas, Porras y Lloreda respectivamente los que se presentan observándose en el espejo el mismo día que compraron ropa fina.