El pueblo inglés de Wall se encuentra cerca de un muro de piedra que limita con el reino mágico de Stormhold. Un guardia impide que nadie cruce. Dunstan Thorne engaña al guardia y cruza el muro hasta un mercado. Allí conoce a una princesa esclava llamada Una, que le ofrece una campanilla de cristal a cambio de un beso. Pasan la noche juntos. Nueve meses más tarde, el guardia del Muro entrega un bebé a Dunstan, diciendo que se llama Tristán.

Dieciocho años después, el moribundo rey de Bastión de Tormentas lanza un rubí al cielo, decretando que su sucesor será el primero de sus hijos fratricidas en recuperarlo. La gema choca con una estrella, y ambas caen del cielo, aterrizando en Stormhold. Los príncipes restantes, Primus y Septimus, buscan la piedra de forma independiente.

En Muro, Tristán y Victoria ven la estrella que cae. Él jura recuperarla, a cambio de la mano de ella. Tristán se entera de que su madre es de más allá del muro, y recibe una vela de Babilonia que ella dejó para él, que puede llevar al usuario a cualquier lugar deseado. Tristán la enciende y es transportado a la estrella caída, personificada como una hermosa mujer llamada Yvaine. Utiliza una cadena mágica para reclamarla y llevarla a Victoria.

Tres antiguas hermanas brujas deciden comer el corazón de la estrella caída para recuperar su juventud y reponer sus poderes. Su líder, Lamia, se come los restos del corazón de una estrella anterior y parte en busca de Yvaine. Conjura una posada al lado del camino como trampa.

Yvaine se cansa, así que Tristán la encadena a un árbol y le promete traer comida. En su ausencia, un unicornio la libera, pero la lleva involuntariamente a la posada de Lamia. Tristán descubre que Yvaine ha desaparecido, pero las estrellas le susurran que está en peligro y le dicen que suba a una diligencia que pasa, que resulta ser la de Primus. Se detienen en la posada, interrumpiendo el intento de Lamia de matar a Yvaine. Lamia mata a Primus, pero Tristán e Yvaine utilizan la vela de Babilonia para escapar a las nubes, donde son capturados por piratas en un barco volador. El líder, el capitán Shakespeare, dice a su tripulación que Tristán es su sobrino e Yvaine, una amiga. Les proporciona ropas nuevas, enseña a Tristán a hacer esgrima y a Yvaine a bailar.

Septimus descubre que es el último hijo superviviente y que sólo necesita encontrar la piedra para reclamar el trono. Se entera de que está en posesión de la estrella caída y se da cuenta de que el corazón de una estrella concede la inmortalidad.

Tras dejar al capitán Shakespeare, Tristán e Yvaine se confiesan su amor y pasan la noche juntos en una posada. A la mañana siguiente, Tristán deja a Yvaine durmiendo y va con un mechón de su pelo, para decirle a Victoria que se ha enamorado de Yvaine. Cuando el mechón se ha convertido en polvo de estrellas, se da cuenta de que Yvaine morirá si cruza el muro, y vuelve corriendo a salvarla.

Yvaine descubre que Tristán se ha ido, y -pensando que la ha abandonado por Victoria- camina con desazón hacia el muro. Una se da cuenta de que Yvaine camina hacia su perdición y toma las riendas de la caravana de Ditchwater Sal para detenerla. Lamia mata a Sal y captura a Una e Yvaine, llevándolas a la mansión de las brujas. Septimus y Tristán persiguen a Lamia, acordando trabajar juntos por el momento. Al irrumpir en el castillo, Septimus reconoce a Una como su hermana perdida, y Una le dice a Tristán que es su madre.

Septimus y Tristán matan a dos de las brujas, pero Lamia utiliza un muñeco de vudú para matar a Septimus. Lamia está a punto de acabar con Tristán, cuando parece derrumbarse por la pérdida de sus hermanas. Lamia libera a Yvaine, pero su fingida derrota era una treta, y trata de matarlas a ambas. Cuando Tristán e Yvaine se abrazan, su amor le permite brillar una vez más, matando a Lamia.

Tristán recupera la piedra de Yvaine. Una le explica que, como hijo suyo, Tristán es el último heredero masculino de Stormhold. Se convierte en rey con Yvaine como reina, y Dunstan y Una se reúnen. Tras ochenta años de gobierno benévolo, utilizan una vela de Babilonia para ascender al cielo, donde viven juntos como estrellas.