Trama de México

En México, el oficial de policía Javier Rodríguez (Benicio del Toro) y su compañero Manolo Sánchez (Jacob Vargas) detienen un transporte de drogas y arrestan a los correos. Su detención es interrumpida por el general Salazar (Tomás Milian), un alto funcionario mexicano que decide contratar a Javier. Salazar le encarga que detenga a Francisco Flores (Clifton Collins Jr.), un sicario del Cártel de Tijuana, dirigido por los hermanos Obregón. Salazar le expresa que desea acabar con el cártel de los Obregón y que Flores será el primer paso para lograrlo.

De vuelta a Tijuana, Flores, bajo tortura, da a Salazar los nombres de importantes miembros del cártel de Obregón, que pronto son detenidos. Los esfuerzos de Javier y Salazar comienzan a paralizar la organización de la cocaína de los hermanos Obregón, pero Javier pronto descubre la verdad. Mientras transportan a una mujer bajo las órdenes de Salazar, Javier y Manolo descubren que la casa a la que llegan es la de Porfirio Madrigal, "El Alacrán"; el capo de la droga del cártel de Juárez.

Los dos agentes deducen que Salazar es un peón del cártel de Juárez y que la campaña antidroga mexicana es un fraude. Salazar ha estado acabando con el cártel de Obregón para obtener beneficios, estando secretamente alineado con Madrigal y su operación en Juárez. Manolo intenta vender la información sobre la verdadera afiliación de Salazar a la Administración para el Control de Drogas (DEA), pero Salazar descubre su plan y lo manda asesinar en el desierto, obligando a Javier a observar. Al no poder seguir trabajando para Salazar, Javier llega a un acuerdo con la DEA. Javier expresa su dolor por haberse vuelto contra su gobierno, pero acepta intercambiar su testimonio por electricidad en su barrio. Según Javier, si el barrio tiene electricidad, los niños podrán jugar al béisbol por la noche, donde es seguro, en lugar de ser atraídos al submundo tóxico de las drogas y el crimen. Al final, todos los secretos de Salazar se revelan y se le pone bajo arresto. Poco después, Salazar aparece muriendo en la misma prisión en la que Flores fue torturado, aunque no está claro si por medios legítimos o clandestinos.

Al final de la película, se muestra a Javier sentado entre otras personas en unas gradas por la noche. La gente observa cómo los niños pequeños se ríen y juegan entre ellos durante un partido de béisbol, sin ser conscientes de los oscuros acontecimientos del mundo de la droga que hay más allá de ellos. Javier mira sabiendo que, por un momento, el ciclo del crimen y el dolor se ha detenido.

La historia de Wakefield

Robert Wakefield (Michael Douglas), un juez conservador de Ohio, es nombrado para dirigir la Oficina Presidencial de Política Nacional de Control de Drogas, asumiendo el título de zar antidroga. Robert es advertido por su predecesor (James Brolin) y varios políticos influyentes de que la Guerra contra las Drogas no se puede ganar. La hija adolescente de Robert, Caroline (Erika Christensen), una alumna aventajada, ha estado consumiendo cocaína, metanfetamina y pronto empieza a consumir heroína. Casi inmediatamente, Caroline se convierte en adicta después de que su novio Seth (Topher Grace) la introduzca en el freebasing. Una noche, después de que un compañero sufra una sobredosis de cocaína, Caroline y sus amigos son arrestados mientras intentan deshacerse del estudiante de forma anónima frente al hospital. Mientras Robert y su esposa Bárbara (Amy Irving) luchan por lidiar con el problema, Robert descubre que Bárbara sabe del consumo de drogas de su hija desde hace más de seis meses. Una noche, tras una discusión con su mujer, Robert pilla a Caroline drogándose en el baño, completamente colocada. Furioso, Robert la envía a rehabilitación antes de partir para reunirse con el general Salazar en Ciudad de México.

En su visita a México, se siente alentado por los exitosos esfuerzos de Salazar para sofocar el cártel de los hermanos Obregón. Sintiendo la tensión por la situación de su hija, Robert le pregunta a Salazar cómo está manejando el gobierno mexicano el tratamiento de la adicción. Robert se ve obligado a ocultar su pánico, cuando Salazar responde fríamente que los adictos "se tratan a sí mismos" con sobredosis. Durante este tiempo, Caroline ha conseguido escapar de su centro de rehabilitación y se ha fugado.

Regresa a Cincinnati para conseguir más droga y acaba acostándose con el traficante de Seth, High, como pago. Para entonces, Robert se ha enterado de que el general Salazar ha sido arrestado y que, de hecho, ha estado trabajando contra la campaña antidroga. Después de descubrir que Caroline ha robado joyas y dinero, Robert sale desesperado a buscarla él mismo. Saca a Seth de la escuela y los dos se dirigen a la ubicación del traficante de drogas. Al llegar, el traficante se niega airadamente a dar información sobre Caroline y ordena a los dos que se vayan a punta de pistola. Más tarde, Robert sigue a Seth a un hotel de mala muerte que los dos habían utilizado antes, y encuentra a una Caroline semiinconsciente a punto de ser prostituida por un hombre mayor. Al encontrarla viva, Robert rompe a llorar mientras Seth se marcha en silencio. Al volver a Washington, Robert se prepara para dar su discurso sobre un "plan de 10 puntos" para ganar la guerra contra las drogas. Pero cuando cita a los drogadictos como el "enemigo", vacila al darse cuenta de la tragedia de su propia situación. Afirma que la Guerra contra las Drogas implica una guerra incluso contra los propios miembros de la familia de algunas personas, algo que ya no puede respaldar, y abandona la rueda de prensa para volver con su familia.

Robert y Bárbara acuden a una reunión de Narcóticos Anónimos con su hija, donde ella comenta los progresos que ha hecho. Robert responde con el apoyo a su hija, y su plena intención de "escuchar" en adelante.

Historia de Ayala/DEA

En San Diego, una investigación encubierta de la DEA es dirigida por Montel Gordon (Don Cheadle) y Ray Castro (Luis Guzmán) a raíz de una pista de una fuente anónima. Esto lleva a la detención de Eduardo Ruiz (Miguel Ferrer), un traficante de alto riesgo que se hace pasar por propietario de un negocio de almacenaje. Tras unas primeras presiones, Ruiz decide tomar el peligroso camino de la inmunidad delatando a su jefe: el narcotraficante Carl Ayala (Steven Bauer), el mayor distribuidor de los hermanos Obregón en Estados Unidos. Ayala es acusado por un fiscal elegido por Robert Wakefield, con la intención de enviar un mensaje a los cárteles de la droga mexicanos.

Mientras comienza el juicio contra Ayala, su esposa embarazada Helena (Catherine Zeta-Jones) se entera de la verdadera profesión de su marido a través de su socio, Arnie Metzger (Dennis Quaid). Ante la posibilidad de que su marido sea condenado a cadena perpetua y de que su hijo sea amenazado de muerte, Helena decide adentrarse en los bajos fondos de Carl e investiga algunos de sus contactos. A continuación, contrata a Francisco Flores para que asesine a Eduardo Ruiz, a sabiendas de que matar a Ruiz pondrá fin al juicio nolle prosequi. Flores coloca un coche bomba en un coche de la DEA para asesinarle, pero Ruiz dice a los agentes que quiere ir andando al hotel en lugar de coger el coche; Helena ordena a Flores que dispare a Ruiz en la acera. Cuando va a apretar el gatillo, Flores es abatido por un francotirador del cártel por su cooperación con Javier y el general Salazar, mientras la DEA le dispara en la confusión. En medio del caos, el agente Castro corre a recuperar el coche y muere en el acto, pero deja ilesos a Gordon y Ruiz.

Helena, sabiendo que Ruiz pronto testificará, se reúne con el narcotraficante Juan Obregón, jefe del cártel de Obregón. Mientras negocian, Obregón especula que la caída de Ruiz y Ayala se debe a una filtración dentro de su propia organización. Tras un tenso intercambio, Helena y Obregón llegan a un acuerdo. A cambio de una distribución de cocaína indetectable y de última generación, la familia Ayala se convertirá en la única distribuidora de cocaína de Obregón, se le perdonará la deuda y Eduardo Ruiz será asesinado. El día de su declaración, Ruiz es asesinado después de que un socio de Obregón envenene su desayuno disfrazado de botones. Ruiz muere en agonía con Gordon indefenso, poniendo fin al juicio y liberando a Ayala. Durante una conversación telefónica entre Ayala y Metzger, Ayala deduce que fue Metzger quien originalmente informó sobre Ruiz. Evidentemente, en una apuesta por el poder con el cártel de Juárez en México, Metzger aceptó 3 millones de dólares para delatar a Ruiz ante el FBI y facilitar la caída de la organización de Ayala y Obregón. Cuando Ayala cuelga el teléfono, Metzger levanta la vista para ver a dos sicarios entrando en su despacho. De repente, Gordon irrumpe en la casa de Ayala durante la celebración de su regreso a casa. Los guardaespaldas lo tiran al suelo, pero Gordon consigue colocar subrepticiamente un micrófono de escucha bajo el escritorio de Ayala. Gordon se ve obligado a abandonar la propiedad, sonriendo para sí mismo, sabiendo que ahora hay una nueva oportunidad para atrapar a Ayala y a Helena.